Donde duermen los minutos

Relato para el  Concurso de relatos de El Tintero de Oro, propuesto por nuestra compañera Merche, de literatureandfantasy.


Dicen que antes las horas tenían color. Que los minutos sabían distinto. El tiempo no corría: danzaba. Eran días líquidos, segundos que se deshacían como copos en la lengua. Cada instante tenía un aroma nuevo: tierra mojada, pan reciente, piel que ríe. Pero eso fue antes de que el mundo olvidara cómo escuchar el silencio.

Ahora, el tiempo era plano. No sabía, no sonaba, no dolía. Solo pasaba.

Él no tenía nombre, o quizás lo había abandonado en algún rincón del olvido. Lo único que conservaba era la capacidad de notar lo que nadie más veía: el temblor mínimo en una promesa fingida, el eco apagado de una carcajada vencida. Veía el gris extendiéndose en todo. En todos.

La pandemia espiritual no se anunciaba con fiebre, sino con una ausencia sutil. Se infiltraba en palabras que ya no tocaban, en miradas incapaces de quedarse. Nadie gritaba ni lloraba; solo se aceleraban. Era la Fiebre Pálida, un desgaste lento del alma que exprimía el mundo hasta dejarlo hueco. Robaba las pausas, borraba sombras. Las historias dejaron de contarse, las risas perdieron su eco. El silencio ya no era refugio: era jaula.

Una noche —de esas donde el insomnio no arde, solo entumece— algo descendió frente a él. No caminó. No brilló. Simplemente apareció.

Era una forma imposible, construida de reflejos y suspiros. Como si alguien hubiera soñado una idea que se negaba a despertar. Su presencia fluctuaba: ahora una silueta tenue, ahora una bruma luminosa. No tenía rostro, pero él sintió haberla visto antes, quizás en un sueño perdido de infancia.

—¿Quién eres?— preguntó él, y su voz apenas rozó el silencio.

La entidad titiló, como si respirara. Sintió la respuesta sin escucharla, resonando dentro del pecho:

Soy Elpis. Soy quien permanece cuando todo se pierde.

Y Elpis susurró entonces el acertijo:

“Si me atrapas, me desvanezco.
Si me sueltas, te transformo.
Soy sombra de Pandora y luz en tu mano.”

El enigma se incrustó en su piel como una melodía que necesitaba seguirse. La entidad no lo guio, solo existió a su lado, una brisa intangible que lo empujó suavemente a caminar.

Primero atravesó una biblioteca de mármol frío. Los libros tenían lomos intactos pero páginas en blanco, relatos amputados antes de nacer. El aire era ceniza sin fuego, y al rozar los estantes, sintió en sus dedos el dolor hueco de historias sin voz.

Continuó. Cruzó una ciudad de edificios altos y ventanas sin reflejos. El sol era un disco opaco sobre calles vacías, sin sombra, sin rumor. La gente era siluetas rápidas, rostros lisos sin expresión, cuerpos sin peso ni memoria. Sintió cómo aquel gris frío intentaba subir por sus venas.

Luego, un teatro inmenso, devastado por un silencio tan denso que pesaba en los huesos. Las butacas eran polvo, el escenario, un pozo oscuro. Se sentó. El latido de su corazón parecía sonar fuera del cuerpo, un tambor distante. Elpis vibraba suavemente a su lado, tan débil que parecía un eco de sí misma.

La desesperanza lo cubrió como una niebla, amenazando con llevarse lo último que le quedaba de sí mismo. Cerró los ojos.

Entonces ocurrió.

No fue un grito. Fue una ausencia que se quebró.

Una voz se levantó en el centro de su pecho, cálida, como madera crepitando junto a un fuego antiguo. Era una voz hecha de cuentos sin final, capaz de detener el mundo sin hacer ruido. Era la voz del tiempo verdadero. No el tiempo medido, sino el que se comparte, el que respira contigo.

Y con aquella voz vinieron recuerdos. No eran suyos. Ni de nadie. Eran de todos.

El primer beso en una plaza tibia. El olor a sopa hecha por manos que ya no estaban. El dibujo arrugado de un niño. La carcajada que sacaba lágrimas de alegría.

Y comprendió.

No debía resolver el acertijo. Debía recordarlo.

Recordar que el tiempo no se guarda. Se vive.
Que no se atrapa. Se suelta.
Que no se posee. Se comparte.

Una grieta atravesó la opresión del silencio, dejando entrar luz. La biblioteca respiró, y los libros susurraron sus historias. La ciudad recuperó sombras danzantes, y el teatro… el teatro se llenó de aplausos invisibles, resonando con vida recuperada.

Elpis flotó frente a él, radiante, hecha ahora de una luz cálida y latiente. Antes de desaparecer, depositó algo en sus manos abiertas: una semilla pequeña, viva, que pulsaba suavemente.

Crezco donde me siembras—susurró la entidad, y se disolvió en destellos mínimos.

Él sonrió. No con los labios, sino con el alma abierta como una puerta. El aire olía otra vez a lluvia fresca y pan reciente.

En medio del pecho, sintió el pulso diminuto de aquella semilla, acompasado con su corazón y con aquel viejo reloj agonizante que ahora latía firme.

Y en su pecho, el tiempo floreció.


"Brotó la semilla.
Un minuto en flor abierta
respiró en su piel."


Nota del autor:
Este relato es un susurro sobre el tiempo que parece perder su color en nuestra prisa diaria. Una exploración de esa desconexión silente que a veces se instala sin aviso, y la búsqueda de una luz –quizás con nombre propio, como la esperanza– que a menudo reside en la memoria compartida y en recordar que los instantes son para vivirlos, no para intentar atraparlos.



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Merche
3 de abril de 2025 08:05

Hola, Miguel, ¿son los recuerdos? La solución del enigma, ¿son los recuerdos? No sé, le he dado muchas vueltas, quizá también no tiene solución, o puede ser también los momentos vividos como aclaras al final, o quizá, como dices, no hay que resolverlo, sino solo recordarlo…
Me ha gustado mucho, efectivamente, muy de tu estilo, jeje. El inicio me ha encantado, el primer párrafo se te cuela dentro y tienes que seguir leyendo sí o sí. Está lleno de metáforas, de prosa poética, de una atmósfera etérea que quiere enseñarnos una gran lección: un susurro sobre el tiempo.
No era necesaria la explicación, pero ha quedado como un epílogo redondo para el relato.
Muchas gracias por tu participación en el Tintero y mucha suerte en el concurso.
Un abrazo. 🙂

Merche
Responder a  Tarkion
3 de abril de 2025 10:36

Jajajaja, ¡qué cruel! Escribe 10.000 ya que te pones, parece poco 5000… Jajajaja
Qué manera de reflexionar sobre el recuerdo y recordar, sustantivo – verbo, madre mía, creo que tienes vocación frustrada de filósofo. Sí, es cierto, en tu relato se intuye ese trasfondo, aunque no sabía si iba por ahí o no.
Por cierto, no te dije antes, el título es perfecto también, me gustó mucho.
Bueno, ya no te robo más tiempo de tus 5000 palabras…
Un abrazo. 🙂

Maty Marín
Responder a  Merche
5 de abril de 2025 09:13

Gracias a los dos por hacerme reír, que vaya que hace falta. ☺️☺️

Maty Marín
Responder a  Tarkion
5 de abril de 2025 09:12

😂😂😂😂😂

Dakota
3 de abril de 2025 19:02

Hola Miguel, nada más comenzar a leer el relato te envuelves en la historia.
Me ha parecido que has usado una expresión muy poética.
Lo cuentas a fuego lento, se saborea cada palabra con calma.
No se por qué pero me relaja leer este tipo de relatos que escribes.
Recordar y valorar momentos, sensaciones es tan necesario.

Un abrazo Miguel.

Themis
3 de abril de 2025 19:42

Eran aquellos tiempos donde había tiempo, pues el tiempo lo marcaba el ritmo del Universo, era nuestro Hermano Áureo quien regía los movimientos, había tanto tiempo que cada instante podía ser degustado por todos los sentidos. Mas ahora ya no es lo mismo, la locura de las prisas del lograr y lograr cosas, la carrera del éxito, del protagonismo, del alcanzar metas. Mejor entrar al ritmo del corazón, llegar a uno mismo y ser uno con la Vida….Muy buena entrada, gracias Talkion por ella, abrazo

Francisco Moroz
Francisco Moroz
3 de abril de 2025 21:28

Un relato de lo más ensoñador. Cuando dejamos de recordar olvidamos los sabores, los aromas, el tacto de las personas amadas, los paísajes, los ocasos y amanecere…
Dejamos abandonados en las cunetas de los caminos que andamos con prisa, todo aquello que ahora añoramos según se nos escapa el tiempo.
Pero siempre habrá una lucecita que se encienda para avisarnos que debemos progresivamente retornar a nosotros, todo aquello que nos hizo felices.
Un abrazo y enhorabuena por un escrito tan poético.

Maite-Volarela
Maite-Volarela
3 de abril de 2025 21:43

Hola, Miguel. Tu cuento es bellísimo; me ha impactado; desde la primera línea sabes cautivar.
También me deja resonancias tristes porque comparto como tu protagonista esa sensación de pérdida en estos tiempos que avanzan tan rápida y superficialmente (“palabras que ya no tocan; miradas incapaces de mirarse…”) Y esa sutileza con que viene la “pandemia espiritual”… qué acertado es…Eso es lo más terrible, porque es tan gradual que nadie le da importancia… (El silencio ya no era refugio: era jaula”: una definición genial, tristemente real…).
Los elementos literarios descriptivos, las frases cortas, el espacio de silencio entre frases tajantes, crean un ambiente más que melancólico: duro, desesperanzado. La imagen de los libros en blanco “mutilados de historias”, el pozo negro del escenario, la idea dentro del sueño que no quiere despertar… son sólo varias de tantas imágenes impactantes que contribuyen a crear esa atmósfera que me llega incluso con una melodía oscura de chelos (será que veo demasiado cine. ;))

El tiempo y la memoria nada ni nadie nos lo puede robar, pero si hay que cultivarlo en el corazón… Mensaje de esa exquisita esperanza para no olvidar… y bellísimos versos finales como colofón…
¡Felicidades, menudo estrenazo!!! 🙂
Un fuerte abrazo (es un placer tenerte en el Tintero! 🙂
Maite-Volarela

Idalia H. Payano T.
4 de abril de 2025 00:58

Hola, Miguel, un relato precioso y muy bien logrado, cada frase entra de lleno como una especie de timbre, sutil pero claro, te hace vibrar en sintonía con el protagonista y todo lo que expresa con tanto sentimiento y añoranza. El inicio emotivo y nostálgico y también demoledor todo ese reconocimiento de pérdidas de cosas tan valiosas que poseíamos.
Esa noche de insomnio entumecedor, le vale para que aparezca esa luz tan necesaria que aguarda a nuestro lado siempre esperando que nos fijemos en ella para venir en nuestro auxilio.
Ese "Soy quien permanece cuando todo se pierde" es la mejor descripción para aludir a nuestra esencia, que nunca se pierde, está contenida en esa luz interior que poseemos.
El acertijo al igual que el que nos compartió Merche del libro, para mi habla del pasado, el presente y el futuro, de esos tres hermanos.
Tu primera línea la asocio al futuro, la segunda al pasado y la última al presente. Pero además me habla del fluir, de dar libertad a la vida, y de nuestras luces y sombras, nuestros reflejos, de lo que somos, fuimos y seremos.

Me encanta que tu relato empieza con esa fragancia positiva de la memoria y termina encontrando nuevamente todo lo que se había perdido, gracias a esa luz que brilla y nos ayuda a despertar, por eso está impregnado de esperanza, y ese final lo refuerza, esa semilla que germina y vuelve a florecer y ser fuente de vida.
Felicidades por tu buen hacer, un gusto leer tu relato, hermosa la imagen que lo acompaña. Felices dias.

Tarkion_admin Morillo
Responder a  Idalia H. Payano T.
4 de abril de 2025 11:31

¡Harolina!

Qué maravilla de lectura me has regalado con tu comentario. Se nota que no solo leíste el relato, sino que entraste en su respiración interna, como quien escucha no solo la música, sino también el silencio entre las notas.

Me ha encantado cómo has identificado esos timbres sutiles que buscaba transmitir: esa vibración tenue pero constante de lo que permanece dentro, incluso cuando fuera todo parece haberse desgastado. Lo que dices sobre la luz interior me parece clave: es esa chispa que no se apaga, aunque las sombras se extiendan.

Tu interpretación del acertijo me ha fascinado. De verdad. Me parece preciosa la forma en que asocias las líneas al pasado, presente y futuro. Es una capa más del relato que está ahí, latiendo en segundo plano. Y sí, sin duda, habla del fluir de la vida y de la libertad de vivirla sin intentar retenerla a la fuerza.

Me alegra mucho que hayas sentido esa fragancia de la memoria en el comienzo y que percibas que el final no es clausura, sino semilla abierta. Quería que ese final dejara esa sensación de que todo puede volver a florecer si le damos espacio.

Gracias por tu lectura profunda, por tu sensibilidad y por este regalo de comentario. Lo atesoro de verdad.

¡Un abrazo!

Cabrónidas
4 de abril de 2025 18:53

Qué tal, maestro. Yo siento que los recuerdos, cuando son tales, ya son parte de nuestro pasado. Y al fin y al cabo, guste más o guste menos ¿no es el pasado lo que siempre hablará por nosotros? Conviene entonces estar a bien con nuestro pasado, y reconciliarse con él si hace falta. Siempre estará detrás nuestro, sin despegarse.

Juana
4 de abril de 2025 21:18

Tu lenguaje es absolutamente poético y por lo tanto exacto. Muchas frase me han llegado al alma, por ejemplo ese "no escuchar el silencio" que no siendo novedoso, sigue siendo terriblemente exacto. En cuanto a la diferencia entre el recuerdo y el recordar, estoy de acuerdo. Hay algo activo y renovador en el recordar que deja de estar en el recuerdo cuando este se fija. Por algo recordar es un verbo, es esa acción que nos permite rever el pasado a cada paso de nuestro camino y enriquecerlo con nuestra conciencia, nuestra madurez o como se llame. Me Conmovió todo, el relato, su poesía, su profundidad y su encanto. Un abrazo

Maty Marín
5 de abril de 2025 09:57

Hola nuevamente Miguel!!!

¡Dios! Antes de comentar yo debo respirar, calmarme. Iba a decir, ¿Serán los años los que me tienen así de sensible? No, me recordé (siempre los recuerdos) hace más de treinta años tomando un café con un libro en mi mesa junto a mi taza y una servilleta, pues no llevaba libreta en esa ocasión. Era un libro de cuentos, cada vez que terminaba uno debía detenerme porque… Ay, ya estoy divagando.

Miguel, te voy a hablar con el corazón en la mano. Y creo que ya soy muy predecible para ti cuando estoy escribiendo mi comentario, pero te digo en realidad que aunque las palabras sean semejantes, lo que me provoca tu escritura crece y cambia en mí como algo inextinguible y con una esencia intangible y única, diferente a todo.

¡Qué manera de manejar el idioma! Pero el idioma es tu herramienta y de lo que lo nutres, tan tremendamente humano y mágico, eres tú. Es Miguel vivo el que nos regala todo esto.

RECORDAR, VIVIR. No morir sin haberlo hecho. No perderse en la vorágine de los acontecimientos, que su atropellamiento no nos aniquile de modo tal que al estar por despedirse, duela con un dolor mayor al de la despedida, el dolor de un vacío que nada pueda llenar.

Me llevas de la mano por ese camino que es MIGUEL que tanto y tanto me conmueve. Que me hace ir primero a poner un comentario sobre los comentarios (porque en este blog no hay desperdicio y los comentarios son un complemento maravilloso). Reír un ratito, respirar, volver a leer (contigo me sucede siempre, sin excepción) para entonces poder escribir.

Sí Miguel, una vez más, tu escritura es el arte de vivir la vida y de transmitirla. La belleza con que enlazas cada frase llega muy hondo. Tú eres vida, tú eres esperanza. Porque sabes que somos los seres humanos el cúmulo de nuestras vivencias, la suma de los segundos vividos y no se te va uno solo.

Miguel, ya paro pero no sin decirte

GRACIAS, MUCHAS GRACIAS.

(A ver si Merche no me mata porque casi llego a las 10000 palabras ☺️).

Montones de abrazos.

Noelia de la Flor Ruiz
5 de abril de 2025 09:59

Hola, Tarkion. Primera vez que me paso por aquí asegurándote que no será la última. Qué bien escribes. Como el tiempo aquel que danzaba, tus palabras parecen danzar con un ritmo poético. Tu relato es como prosa poética, perdona si no es así porque no soy muy ducha en la materia. Como casi todos, creo, soy escritora puramente autodidacta con mis errores y aciertos.

Irene F. Garza
Irene F. Garza
5 de abril de 2025 11:42

Hola, Tarkion.
En la niñez las horas eran eternas, no éramos conscientes de la gratificación con la que residíamos, los colores, sonidos, y olores de aquel tiempo era de una profundidad tan auténtica como única, un tiempo que parecía tan lejano y tan lleno, que no albergaba la posibilidad de ser arrebatado, con el tiempo, esa libertad, esa imprecisión va desapareciendo, hospeda sentimientos como el miedo, la pérdida, la desfragmentación de los sueños incompletos, provocando un ensombrecimiento que marchita las posibilidades.
Sueños quebrados. Pero como en tu precioso cuento, está la posibilidad de residir allí, de empezar, y combatir esa desidia que tantas veces nos acompaña. Y florecer, ante la adversidad volver a creer.
Preciosas letras, llenas de esperanza.
Un fuerte abrazo. 
Irene F. Garza

Irene
5 de abril de 2025 15:27

Buenas, Miguel.

Me ha gustado mucho tu relato, hace que uno le de vueltas a la cabeza intentando averiguar lo que nos quiere decir.
Tiene un buen ritmo y engancha desde el principio.

Un saludo.

Irene

finil
finil
6 de abril de 2025 10:38

Buenas Tarkion!!
Que delirio de relato: "el tiempo no se guarda se vive.." y esa semilla que crece al ritmo del corazón, en estos tiempos habría que podarla día sí día no..
Bueno, me has dejado pensando entre metáforas como siempre, porque al final todos tenemos un poco de esos días grises donde el tiempo se pierde entre las prisas, el estrés y la queja constante (se me ha venido a la cabeza el Dalai Lama con una copa de vino, escribiendo con la punta del dedo una frase en el vaho del espejo de un baño)
Lo has bordado, seguro que en alguna `página en blanco´ de repente hay un par de líneas de cómo no se debe atrapar el tiempo, y aquí estamos todos corriendo detrás de él, mientras nos olvidamos de los abrazos y de las risas.
Un abrazo de esos que huelen a café rancio del bueno, de los que hacen traquetear la dentadura, y nos lo tomamos como si fuera la poción mágica que nos mantiene en la memoria.
Saludos!!

Lucy
6 de abril de 2025 12:15

¡Vaya, pues sí que la cosa está que da vértigo! Cada vez parece que el tiempo se nos escapa más rápido, como si lo hubieran puesto en modo "acelerado". Y ahora los físicos, que son gente muy lista pero un poco rarita, me sueltan que el tiempo ¡ni existe en realidad! 

marifelita
6 de abril de 2025 18:45

Hola Tarkion!
Me ha encantado la atmósfera de tu relato, pura magia! Y también me ha gustado la frase: "El tiempo no sabía, no dolía, no sonaba. Solo pasaba". Y la reflexión final que aporta estoy totalmente de acuerdo con ella. Todo ello en un conjunto muy poético al mismo tiempo reflexivo! Enhorabuena y mucha suerte en el concurso!

Marcos
6 de abril de 2025 20:02

¡Hola Miguel! Es admirable tu capacidad para crear sensaciones y sumergirnos en ellas como en un estanque de aguas tibias. La calidez de tus palabras entra al lector por todos sus poros.
“Una forma forjada de reflejos y suspiros, como si alguien hubiera soñado una idea que se negaba a despertar”: algo pugnaba por despertar entre tanta bruma, oscuridad y sustancias vacuas.
“Él la conocía de antes, de algún sueño perdido de la infancia”. Esto es señal de que cuando se es niño, algo hacemos con la realidad que es vivirla y disfrutarla, siempre que en medio no se planten los enemigos del bienestar en forma de juegos electrónicos o de las imposiciones de la prisa, como en el mundo de los mayores.
“Los libros tenían lomos intactos, pero páginas en blanco de relatos amputados antes de nacer”. No hay contenido en las vidas de quienes no se quieren enterar del vacío en que viven. Caer en el aislamiento en que nos sumerge desconocer lo esencial que es saborear el tiempo, es como cuando “sintió en sus dedos el dolor hueco de historias sin voz (al rozar los estantes)”.
El tiempo no se compra ni se agarra. Es algo inmaterial que, como muy bien dices, se comparte y se vive, que es de lo que la gente se está olvidando.
Elpis es la diosa griega de la esperanza, una figura que personifica la luz que brilla en medio de la oscuridad. Es una deidad menor que aparece en la mitología griega, sobre todo en la historia de Pandora, a la que mencionas también el texto.
Ha habido un renacimiento de la luz y en el teatro de la vida reluce la esperanza. El escenario deja de ser un abismo negro y en su pecho sintió la semilla de todo lo bueno.
El aire olía otra vez a lluvia fresca y pan reciente.
Excelente.
¡Un abrazo, Miguel!

Marta Navarro
Marta Navarro
7 de abril de 2025 11:06

¡Qué bonito, Miguel! Un relato tremendamente evocador y poético con una atmósfera que envuelve y contagia melancolía. Una nostalgia triste que al final del texto se convierte en esperanza y un apunte de alegría. Me gusta mucho la suavidad con que vas logrando esa transición, sin que apenas se note, y el mensaje tan bonito que tiene el relato. Me ha gustado muchísimo. Emocional, sutil y, como la novela homenajeada, con muchas capas de lectura. Fantástico.

María Elena Larrayoz
8 de abril de 2025 12:27

Hola Miguel
Me he quedado un buen rato en ese mundo que ha perdido sus recuerdos. Y no porque me guste vivir en ese mundo, sino porque me ha atrapado y sólo quiero leer de nuevo cada expresión, cada palabra, para disfrutarla a gusto.
Vivimos en este, nuestro mundo, donde se sacan más fotos que en cualquier otra época de la humanidad. Y sin embargo, nadie, ni siquiera quienes en ellas están retratados, vuelven a mirarlas, vuelven a vivirlas nuevamente. En mi casa muchos domingos desplegábamos una pantalla y pasábamos las diapositivas y las películas grabadas por nosotros mismos, por el placer de volverlas a vivir, a comentar, a dar vida a quienes ya no estaban con nosotros. O, a lo mejor sí porque lográbamos revivir no sólo instantes. La lluvia sobre la hierba fresca de la casita de vacaciones, el pan recién horneado en casa de mis abuelos, el perfume de la abuela, el del habano recién liado por mi abuelo…
Muchas gracias por haberme hecho disfrutar mucho mucho tu cuento. ¡Te felicito! Un abrazo.
Marlen

Ainhoa
Ainhoa
9 de abril de 2025 20:14

Hola Miguel, un relato muy hermoso y esperanzador. Me ha recordado a tiempos vividos no hace mucho. Enhorabuena por tu relato. Un saludo.

Bruno
Bruno
12 de abril de 2025 08:25

Hola, Miguel. Tu relato está lleno de imágenes evocadoras, poesías en sí mismas, creando un todo que lo único que nos pide es que vivamos el momento, que no intentemos retenerlo a toda costa o lo dejemos pasar sin saborearlo.
Vivimos un mundo de prisas en el que ya no podemos disfrutar del olor a pan recién hecho y para "compensarlo" empuñamos ese artílugio del demonio que es nuestro móvil en un intento de encerrar cuanto nos rodea en una jaula. Después lo exponemos a toda prisa y a capturar el siguiente.
Una buena reflexión tu relato. Felicidades.

Mamen
13 de abril de 2025 14:18

Un relato muy denso donde el tiempo se difumina.Suerte en el tintero. Un abrazo.

Casagrande
15 de abril de 2025 12:53

Puede ser que el ser humano enfrente "algo" que no tiene paralelo en la naturaleza, esa conciencia hace que todo se vuelva artificial: antes del computador aparecieron las maquinas de industria ya eso cambio TODO el pasado.

y asi sucecivamente hacia el pasado, siempre hay un descubrimiento, una caja de pandora que no permite vuelta atras.

por ejemplo yendo a la antiguedad el descubrimiento del hierro provoco guerras mas sangrientas

y asi….hacia atras hay algo que se descubrio….

por ejemplo en la noche de los tiempos se descubrio la agricultura.

y con ello se acabo el nomadismo

esta especie ha vivido "artificialmente" desde el mismo momento en que aparecio.

cada segundo somos mas artificiales y menos naturales

Pepe
15 de abril de 2025 18:25

Hola Miguel. Creo que es la primera vez que te visito, porque un blog tan currado y bonito no se me olvidaría. Y sobre todo con lo bien que escribes. El reto propuesto por Merche ayuda a la reflexión, y tú has sabido darle una vuelta de tuerca con denuncia y moraleja, todo en uno. Como te dicen por ahí, con las primeras frases dejas prendado al lector. Y no es por avasallar con una técnica ostentosa, que la tienes, sino con una ejecución precisa. Ahora un pensamiento plasmado en unas frases cortitas, ahora una reflexión con el muestrario competente, ahora junto poesía con filosofía y escondo el conejo en la chistera para más adelante… En definitiva, una gozada de relato.
Muchas suerte y un abrazo

gabiliante
15 de abril de 2025 18:26

El principio es una apología de la sinestesia, que poco a poco nos desapega de la realidad, y luego nos conduces de la mano por un mundo fluyente, hasta enfrentarnos con Elpis, que nos lanza un acertijo, pero en vez de desafiarnos a resoolverlo, nos acompaña, y no para resolverlo sino para vivir con él, aquellos recuerdos que nos marcaron.
Una arrebatadora muestra de prosa poética.
Abrszooo

El Demiurgo de Hurlingham
15 de abril de 2025 19:01

Puede aumentar el desafío, que se anticipe el resultado de un acertijo.
En este caso, que haya sido el tiempo, como se mencionó.
Saludos.

Rocío Cala
Rocío Cala
16 de abril de 2025 11:47

¡Hola Miguel! El relato te atrapa desde la primera frase y tiene ese tono y ritmo poético que lo hace magnético. Me ha recordado muchísimo a la vida de prisas que llevamos constantemente, donde nunca tenemos tiempo para parar y disfrutar de verdad de lo que estamos haciendo.
En definitiva, es un relato muy bello, donde cada frase puede tener muchos significados y con un estilo que te arrastra hacia el universo que has creado.

Un saludo.

Puri
16 de abril de 2025 13:17

Hola Tarkion bellísimo relato con una cadencia y un lenguaje especial, deja entre líneas que pueda ser el tiempo quien nos marca el ritmo y que se escapa sin apenas darnos cuenta de su existencia
Un saludo

Cristina Rubio
19 de abril de 2025 11:49

¡Hola, Miguel!
¡Wow, menudo relato el que has escrito! El comienzo me atrapó por completo: “Dicen que antes las horas tenían color. Que los minutos sabían distinto. El tiempo no corría: danzaba”. Me parece muy original y hermoso. Y me ha gustado muchísimo el acertijo y su resolución: “Recordar que el tiempo no se guarda. Se vive. Que no se atrapa. Se suelta. Que no se posee. Se comparte.” Tu relato nos lleva a través de nuestra habitual percepción del tiempo, como algo que queremos “guardar, atrapar y poseer” hasta esa liberación maravillosa en la que el protagonista comprende que el tiempo es para “vivirlo, soltarlo y compartirlo”. De ese comienzo opresivo, triste, vacío hasta ese final en el que el protagonista recibe de las manos de Elpis una semilla pequeña y esas palabras que le dice: “Crezco donde me siembras” para terminar con “Y en su pecho, el tiempo floreció”. En definitiva, tu relato nos hace ver el tiempo de otra forma, como un amigo más que como un enemigo. Porque la vida a veces parece una batalla contra el tiempo, y tú le has dado la vuelta y lo has convertido en un gran aliado. Además tu forma de narrar es muy bella, así que no solo he disfrutado del bello mensaje sino también de cómo lo has transmitido. Precioso. ¡Mucha suerte en el concurso y un abrazo!         

Miguelángel Díaz Díaz
22 de abril de 2025 22:50

Es fascinante leer tu relato, Miguel. Las imágenes y los recursos que utilizas son asombrosos y dan una fuerza poética a todo el relato. Me atrapó desde la primera línea.
Un fuerte abrazo, tocayo 🙂

Mirna
23 de abril de 2025 22:01

Hola, Tarkion. Maravilloso, poético, reflexivo. Me encantó tu relato.
Un abrazo

JM Vanjav
24 de abril de 2025 01:56

Hola, Tarkion.

Desde que comienzas tu historia me ha parecido una ensoñación de esas donde la línea que separa lo real de lo imaginado no solo zigzaguea, sino que además se hace tan difusa que incluso al despertar y abrir los ojos nos hace dudar de qué lado del umbral nos encontramos. Eso y el tono poético narrativo que has empleado me reafirma en mi interpretación.

Tu protagonista, al menos, resolvió el enigma al despertar, yo intento volver a la ensoñación para no olvidarme de la solución de mis acertijos. El tiempo tiene el valor que le demos, está bien eso de llegar a tiempo; pero, a veces, perder el tren nos sirve para encontrar o aprender algo que con la rutina diaria pasamos por desapercibido.

Saludos y suerte.

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