Ilustración de una máquina de escribir explotando en chispas y confeti, representando la creatividad caótica al escribir humor narrativo.

Escribir Humor Narrativo que Funcione: Guía (Casi) Suicida

¿Hacer Reír con Palabras? Buena Suerte con Ese Cactus… 🌵

Seamos brutalmente sinceros: intentar escribir humor narrativo es, a menudo, como intentar explicarle física cuántica a tu mascota mientras haces malabares con cuchillos oxidados. Sobre el papel, la idea suena genial, incluso heroica. En la práctica, lo más probable es que acabes sangrando metafóricamente (y a veces, no tan metafóricamente) mientras tu audiencia —ese ente esquivo y con la capacidad de atención de un colibrí hiperactivo— ya ha decidido que investigar el origen del universo en Wikipedia es más entretenido.

¿Suena familiar? Claro que sí. Todos hemos estado ahí, sudando tinta sobre algo gracioso que creíamos infalible, solo para que aterrizara en el silencio más incómodo desde que tu tío intentó contar aquel de "van dos y se cae el del medio" en la última cena navideña. (Y es que todos conectamos con el fracaso ajeno. Neurociencia básica).

El Humor Como Magia Negra (O Casi)

El problema es que hacer reír con palabras, meter esa chispa en la maquinaria de la narrativa, roza lo arcano. No es solo técnica; es alquimia, es timing infernal, es un pacto no escrito con el dios del absurdo. Y lo peor es que no hay una fórmula mágica universal. Si la hubiera, todos seríamos Pratchett o Wodehouse, y el mundo sería un lugar mucho más divertido (o insoportable, según el día).

Pero tranquilo. No he venido a darte la piedra filosofal del humor narrativo ni chiste perfecto (eso no existe, y quien te lo venda te está estafando con más descaro que un tutorial de “cómo ser gracioso en 5 minutos"). He venido a algo mejor: a meternos juntos en el barro. Vamos a desmontar este artefacto explosivo llamado humor, a verle las tripas y a entender por qué a veces detona carcajadas y otras… bueno, otras simplemente se queda ahí, como una bomba fétida esperando a que alguien abra la ventana.

Abróchate el Cinturón (o No): Empieza el Viaje (Casi) Suicida

Así que ponte cómodo (o incómodo, que la tensión también ayuda a prestar atención, otro truquito neuronal). Prepárate para un viaje (casi) suicida al corazón de la comedia escrita. Vamos a destripar juntos este cadáver exquisito. Puede que salgamos con más dudas que respuestas, pero te aseguro una cosa: no te vas a aburrir. Y con suerte, la próxima vez que intentes hacerle cosquillas al cactus, llevarás unos guantes un poquito mejores. ¿Trato?


La Maldición del Humor Forzado: Por Qué Intentar Ser Gracioso Es El Primer Paso Hacia el Abismo

Aquí va el primer mandamiento no escrito (bueno, ahora sí) del club secreto de los escritores que coquetean con la comedia: si te esfuerzas DEMASIADO en ser gracioso, prepárate para el sonido del silencio. Sí, ese silencio incómodo, denso, que pesa más que la culpa después de comerte la última onza de chocolate que no era tuya. El humor forzado tiene un hedor particular, inconfundible, como el ambientador barato que intenta disimular un desastre mayor. Es ese chiste que tu cuñado (siempre el cuñado, ¿por qué será?) suelta en la cena de Navidad, convencido de que es la reencarnación de Gila, mientras el resto de la mesa finge una tos repentina para no mirarse.

¿La solución mística? Paradójicamente, es dejar de intentarlo. El buen humor narrativo no se planifica como una operación militar; emerge. Brota de la situación como una mala hierba inesperada pero fascinante. Nace del personaje, de sus contradicciones gloriosas, de ese contraste brutal entre sus intenciones y el tortazo que le da la realidad. ¿Recuerdas a tu protagonista, ese dechado de virtudes, justo cuando iba a soltar la frase épica que cambiaría el curso de la historia… y se le escapa un gallo monumental? ¿O cuando el villano más temido del universo conocido resbala con una piel de plátano cósmica (porque en tu mundo, existen)? No lo buscaste, pero ¡BAM! Ahí está. Servido. El humor más genuino es un accidente bien aprovechado.

(Vale, sí. Reconozco que suena a consejo de gurú con túnica sospechosa. "Deja que fluya", "No lo fuerces"… Muy bonito en teoría. En la práctica, todos hemos parido frases que pretendían ser oro cómico y resultaron ser… bueno, otra cosa. Algo más cercano a un experimento fallido de alquimia narrativa. Pero eh, del fracaso también se aprende. O al menos, eso nos repetimos para justificar las horas perdidas y la cafeína invertida).

Gráfico circular con los diferentes estilos para escribir humor narrativo: absurdo, sátira mordaz, humor negro y comedia de enredos.

El Arsenal Cómico: No Todas las Bromas Visten Igual (Ni Disparan Igual de Fuerte)

Ahora, no te creas que todo el humor sale del mismo molde rancio. ¡Ni hablar! El arsenal del escritor cómico es más variado que la carta de un restaurante fusión asiático-mexicano regentado por elfos interestelares. Entender las diferentes armas te permite elegir la munición adecuada para cada batalla narrativa (o para cada escena que necesite un desfibrilador de interés urgente). Elegir mal aquí es como ir a una batalla de tanques con una pistola de agua. Doloroso. Y un poco ridículo.

  • El Absurdo Filosófico (Modo Douglas Adams Activado) 🚀

    Aquí la lógica ha pedido una excedencia indefinida y el surrealismo campa a sus anchas. Piensa en La Guía del Autoestopista Galáctico: ¿un universo donde la respuesta a la vida, el universo y todo lo demás es 42? ¿Un planeta diseñado por consultores existenciales? Tiene CERO sentido lógico para nuestro cerebro reptiliano. Y precisamente por eso funciona. Nuestro cerebro, amante de los patrones, se cortocircuita ante lo inesperado, generando una chispa de sorpresa que, bien manejada, es hilarante. El truco: crea tu propia lógica interna, por demencial que sea, y sé coherente con ella.

    Si en tu mundo los miércoles llueven peces espada con sombrero de copa, más vale que tus personajes lleven paraguas reforzados con titanio y una buena excusa para Hacienda.

    Porque aquí es donde el humor absurdo brilla de verdad: no basta con soltar ideas locas al tuntún, hay que cuidarlas como si fueran ley universal. Siguiendo el espíritu de Douglas Adams, hasta en los universos más absurdos la burocracia sigue dando guerra. Hacienda, por supuesto, no iba a quedarse atrás. ¿Cómo explicas que has comprado 20 paraguas de titanio ultraresistente? ¿Como gasto de supervivencia? ¿Deducción fiscal por apocalipsis meteorológico? Este remate absurdo funciona porque mezcla lo delirante con lo ordinario: aunque te estén cayendo peces armados desde el cielo, Hacienda sigue queriendo sus papeles en regla.

    Y este es precisamente uno de los secretos del humor absurdo bien armado: cuanto más seria y detallada sea la lógica interna de tu locura, más efecto cómico tendrá sobre el lector. Lo inesperado no solo sorprende; cuando es coherente, además remata con elegancia y arranca la carcajada.

  • La Sátira con Mala Leche (Canalizando a Terry Pratchett) 🐢

    Esto no es solo hacer reír; es usar la risa como un dardo tranquilizante disparado directamente a la yugular de la estupidez humana (o divina, o política, elige tu veneno). El Mundodisco es la Capilla Sixtina de este arte: una crítica feroz a nuestra sociedad, pero camuflada entre magos incompetentes, trolls filosóficos y un equipaje con muy malas pulgas. El truco: necesitas conocer MUY bien aquello de lo que te burlas (la burocracia, el fanatismo, las convenciones del propio género fantástico) para poder retorcerlo con inteligencia y sin piedad. No es solo parodia facilona, es parodia con intención, con filo. Y sí, es caminar sobre hielo fino sobre un lago de ácido. Pero alguien tiene que hacerlo.

  • El Humor Negro: Reírse en el Funeral (Metafóricamente, Por Favor… O No) 💀

    El arte delicadísimo de encontrar la chispa cómica en lo oscuro, lo tabú, lo que nos hace removernos incómodos en el asiento. Humor para valientes (¡Ave, Cabrónidas, morituri ad risum te salutant!), y para lectores con el seguro de salud mental al día. Pisar aquí en falso no es que ofenda, es que puede provocar una crisis existencial colectiva.

    El truco: la clave está en la inteligencia y en una sensibilidad casi quirúrgica. No es reírse de la tragedia porque sí, sino detectar la ironía o el absurdo que ya está, agazapado, dentro de ella. Requiere la precisión de un neurocirujano con pulso de hierro y, probablemente, un terapeuta de guardia.

    ¿Difícil? Como escalar el Everest en chanclas. ¿Potente? Más que un reactor nuclear alimentado por café colombiano.

  • La Comedia de Enredos: El Efecto Bola de Nieve del Caos Controlado 🎭

    El clásico: un pequeño malentendido inicial que, por una serie de decisiones lógicas pero erróneas, escala hasta convertirse en un disparate monumental digno de los hermanos Marx dirigidos por Murphy. P.G. Wodehouse era el dios indiscutible de esto: sus personajes, generalmente bienintencionados idiotas de la alta sociedad inglesa, siempre acababan liándola pardísima con la mejor de las intenciones. El truco: la escalada. Cada intento de solución debe generar un problema nuevo y más absurdo. El ritmo es frenético; las reacciones de los personajes (pánico contenido, negación absurda, planes descabellados) son el combustible. Es el caos, sí, pero un caos con estructura.

    • Pongamos un ejemplo: imagina que tu protagonista finge ser jardinero para impresionar a la familia de su ligue. Todo empieza inocente, regando un par de geranios de plástico para quedar bien. Pero, claro, alguien le pide que pode el seto en forma de unicornio. Intenta hacerlo, le queda un puercoespín con artritis. Para taparlo, compra un disfraz de unicornio y lo coloca estratégicamente sobre el seto mutilado. Todo parece bajo control… hasta que llega la fiesta del barrio y los niños empiezan a subir al "unicornio" para hacerse fotos. El disfraz se rompe, deja al descubierto el desastre botánico y, para colmo, la mascota del vecino, un hurón hiperactivo, se queda atrapado dentro del disfraz y empieza a corretear, sembrando el pánico. Resultado final: el hurón al frente de una estampida infantil, el jardín destrozado, el protagonista perseguido por el padre de la criatura armado con una manguera a presión y su dignidad enterrada bajo los restos del seto.

      Moraleja: cada parche que pongas en la comedia de enredos no arregla la situación; la amplifica hasta el apocalipsis.

Pregunta retórica para mantener la tensión: ¿Ya has elegido tu veneno preferido? ¿O eres de los que, como yo, prefiere mezclar cócteles cómicos peligrosos y ver qué pasa? (Pista: a veces sale bien. Otras… bueno, otras veces tienes material para escribir sobre el fracaso).


El Secreto del Personaje Cómico: La Absoluta Seriedad en el Disparate

Aquí viene una verdad incómoda pero liberadora: un personaje cómico memorable a menudo surge no de quien cuenta chistes, sino de quien vive su propia realidad con una seriedad inquebrantable, aunque esa realidad choque frontalmente con la del resto del mundo. Tomemos al inmortal Don Quijote: su grandeza no es solo cómica, es profundamente trágica y humana. Pero parte del humor que genera (ese humor agridulce, cervantino) nace precisamente de verlo tomarse su delirio caballeresco con una solemnidad y una convicción absolutas, incluso frente a la evidencia más aplastante de los molinos. Esa colisión entre su mundo interior y el mundo exterior, vivida por él con total seriedad, es lo que nos desarma y nos provoca esa sonrisa teñida de empatía.

El Contraste es Dinamita Cómica Pura 💥

¿Quieres una fórmula casi infalible para generar chispas? El contraste. Es el yin y el yang del humor narrativo. Las posibilidades son deliciosamente infinitas:

  • El Serio en el Caos: Mete a un personaje absolutamente recto, lógico y con la flexibilidad emocional de una viga de acero en una situación completamente absurda. Piensa en Arthur Dent, el pobre inglés en pijama intentando sobrevivir al fin del mundo con una toalla y una guía espacial llena de consejos inútiles. Su desesperación por encontrar lógica donde no la hay es oro cómico.
  • El Excéntrico en la Rutina: Ahora dale la vuelta. Suelta a un personaje estrafalario, con costumbres bizarras y una visión del mundo digna de un cuadro de Dalí, en el entorno más gris y anodino que se te ocurra. Imagina a tu tía abuela, la que colecciona gnomos de jardín y habla con sus plantas, infiltrada en una junta de accionistas de un banco suizo. La fricción entre su excentricidad y la rigidez del entorno es una bomba de relojería humorística.

Diálogo que Suena a Verdad (Pero una Verdad Hilarantemente Distorsionada) 🗣️

Tus personajes no pueden hablar todos como catedráticos de filosofía recitando un manual (a menos que ese sea la gracia, claro). Necesitan sonar reales, pero con un giro. Aquí el truco es exagerar sutilmente:

  • Manías y Tics Verbales: ¿Tu personaje repite una muletilla hasta la saciedad? ¿Tiene una forma peculiar de pronunciar una palabra? Amplifícalo. Conviértelo en su firma sonora.
  • Ritmo y Pausas: Juega con el tempo de la conversación. Un diálogo rápido y atropellado puede ser tan cómico como una pausa larguísima y tensa antes de soltar una obviedad monumental. El silencio, a veces, es el mejor chiste.
  • Dobles Sentidos (¡Peligro!): Útiles, pero delicados como desactivar una bomba con pinzas de depilar. Si lo fuerzas o es demasiado obvio, caes en el humor fácil. Si es sutil e inesperado… chef’s kiss.

La Química del Dúo Cómico: El Agua y el Aceite Narrativo 🤝

Pocas cosas funcionan tan bien como juntar a dos personajes que son la antítesis el uno del otro. El idealista y el cínico (Quijote y Sancho). El genio despistado y el mayordomo eficiente que lo saca de líos (Jeeves y Wooster). El optimista irracional y el pesimista cósmico. Sus diálogos, sus reacciones mutuas ante los mismos eventos, sus intentos fallidos por entenderse… son una mina de oro para escribir humor narrativo de forma constante y natural. La tensión entre ellos es el motor.

(Vale, respiremos hondo. Lo sé. Intentar aplicar todo esto a la vez puede provocar un cortocircuito creativo. Demasiado azúcar cómico empalaga. Por eso, recuerda la importancia del ritmo general de tu historia. No todo tiene que ser un gag constante. A veces, un buen drama necesita un respiro humorístico, y a veces, una comedia necesita un momento de calma para que el siguiente golpe duela… digo, haga más gracia).


El Arte del Timing: Cómo Hacer que tu Chiste Explote y No Implosione ⏳

Un chiste, por brillante que sea, puede morir si el timing falla. Es como contar el final de la película antes de empezarla. Arruinas la magia. La gracia de un buen remate (punchline) reside en esa pausa justa, esa milésima de segundo de tensión antes de la revelación que hace que el cerebro del lector conecte los puntos y suelte la carcajada (o una sonrisa interna, que también cuenta).

En la prosa, este timing se consigue con la estructura de la frase, la puntuación (esa coma traicionera, ese punto final abrupto) o incluso el salto de párrafo. Creas una expectativa, haces que el lector crea saber hacia dónde vas y, justo en el último momento, ¡ZAS!, cambias de dirección. Es un arte sutil, una danza entre lo previsible y lo inesperado. Y sí, requiere práctica, olfato y probablemente haber contado muchos chistes malos para aprender cómo no hacerlo.

Minas Antipersona Narrativas: Errores Comunes que Detonan tu Comedia 💣

Y ahora, el campo minado. Esas trampas en las que todos hemos caído alguna vez y que convierten nuestro intento de escribir humor narrativo en un funeral vikingo… pero sin la parte épica. ¡Evítalas como si fueran spoilers del final de tu serie favorita!

  • Forzar el Chiste Nivel Cuñado Pesado: Lo hemos dicho y lo repetiremos hasta la saciedad. Si tienes que meter un chiste con calzador, es que ese chiste no pertenece ahí. Déjalo ir. Aborta misión. El humor debe fluir, no ser empujado a patadas.
  • Explicar el Chiste (El Pecado Capital): Si tu lector necesita un manual de instrucciones para entender por qué algo es gracioso, has fracasado. Es un insulto a su inteligencia y la prueba definitiva de que el chiste nació muerto. Confía en tu público (o busca uno con mejor sentido del humor).
  • Referencias Más Obscuras que el Corazón de un Agujero Negro: El humor referencial es una delicia… si tu lector pilla la referencia. Si citas un oscuro anime de los 70 o un filósofo presocrático que solo conocen tres académicos jubilados, te quedarás riendo solo. Y eso, socialmente, es incómodo. Mucho.
  • Olvidar que Estás Contando una HISTORIA, Maldita Sea: El humor es un condimento, no el plato principal (a menos que escribas comedia pura y dura, claro). Debe estar al servicio de la trama, del desarrollo de personajes, del tono general. Si un gag brillante rompe la atmósfera dramática de una escena clave o detiene la narración en seco solo para lucirte, coge las tijeras y aplica la eutanasia narrativa. Sin piedad.

La Cuerda Floja del Humor: ¿Caída Libre o Vuelo Hilarante?

Así que ahí lo tienes. Escribir humor narrativo es, en esencia, apuntarte voluntariamente a caminar por la cuerda floja sobre un foso. ¿Abajo? No hay cocodrilos hambrientos (normalmente), pero sí algo casi peor: el silencio pétreo de un lector indiferente, o peor aún, la mirada de confusión de quien no ha pillado la gracia (y ahora se siente un poco tonto, y probablemente te culpe a ti). Sí, es arriesgado como invertir en criptomonedas basándote en un meme. Y sí, te vas a caer. Muchas veces. Probablemente con más frecuencia de la que te gustaría admitir en tu biografía de autor épica.

Pero… ah, pero. Cuando lo clavas. Cuando una frase que nació de la desesperación cafeinada y la reescritura masoquista provoca una carcajada real en alguien que está a kilómetros de distancia, leyendo en su móvil mientras ignora su parada de metro… Esa sensación… esa es la auténtica Piedra Filosofal del escritor cómico. No te hará rico (ni de coña), ni te dará la inmortalidad (definitivamente no), pero convierte el plomo del silencio en el oro puro de una risa compartida. Y en este oficio nuestro, tan lleno de dudas y síndromes del impostor, eso vale más que cualquier adelanto editorial.


El Mandamiento Final: Atrévete a Fracasar (y a Divertirte como un Cretino)

Entonces, ¿la fórmula secreta para escribir humor narrativo? Olvídala. No existe. Pero sí existe una actitud: atrévete.

Lánzate al vacío del absurdo. Afila tu ironía hasta que corte más que las críticas negativas en Goodreads. Disecciona tus diálogos hasta que tengan más chispa que una falla valenciana. Experimenta como un alquimista loco mezclando ingredientes prohibidos. ¿Y si sale mal? ¿Y si el resultado es un engendro narrativo que provoca más vergüenza ajena que risa? Pues fracasa miserablemente. Brinda por ello. Es la única manera de aprender. El fracaso no es el final; es el peaje obligatorio en la autopista de la comedia (y de todo, en esta vida).

Pero sobre todo, y esto es crucial: diviértete tú primero. Ríete de tus propios personajes, de tus giros absurdos, de esa frase que te salió tan redonda que sospechas que te la dictó un fantasma con buen sentido del humor. Porque si tú no disfrutas del proceso, si no te ríes (aunque sea por no llorar) mientras tecleas como un poseso a las tantas de la madrugada, esa energía no va a cruzar la pantalla. La emoción (¡hola, neuronas espejo!) es contagiosa, y el aburrimiento, lamentablemente, también.


Lista (Casi) Suicida de Comprobaciones para No Morir en el Intento de Hacer Reír

Antes de lanzarte a hacerle cosquillas a ese cactus narrativo, revisa esta lista, colega de trinchera:

  • 🔍 ¿Estoy escribiendo para hacer reír o para demostrar que soy gracioso?
    (Pista: la primera opción siempre gana).

  • 🎯 ¿Este chiste encaja con la historia o lo he colado como cuñado en boda ajena?
    (Que no se note la costura).

  • 🧩 ¿Mis personajes están siendo auténticos o les estoy obligando a ser payasos?
    (El lector huele el cartón-piedra a kilómetros).

  • 🪞 ¿El lector se ríe conmigo o me mira como al mimo de la plaza que no sabe salir del personaje?
    (Necesitamos complicidad, no compasión).

  • ¿He revisado el ritmo de la escena para que el humor entre como cuchillo en mantequilla?
    (El timing es el mejor cómico del mundo, y nunca cobra de más).

  • 😂 ¿Me he reído escribiéndolo, aunque sea solo por no llorar?
    (Si tú no te diviertes, el lector tampoco).

  • 💥 ¿Recuerdo que fallar en el humor es parte del show y que cada fracaso alimenta el siguiente intento?
    (El humorista que no falla no existe. Solo existe el que se levanta y lanza otro chiste).

🧭 Conclusión:
Si la mayoría son "sí", estás listo para lanzarte al vacío sin red.
Si hay más de dos "no", quizá necesitas ajustar la corbata antes de subir al escenario… o recargar la artillería cómica antes de disparar.


Imagen de un alquimista mezclando ingredientes como ironía y absurdismo para crear fórmulas explosivas al escribir humor narrativo.

Tu Turno, Alquimista Loco: ¿Cuál es Tu Pócima Cómica?

Y ahora, después de este paseo por el lado más peligroso y divertido de la escritura, la pregunta es inevitable. Te toca a ti, colega de trinchera narrativa:

¿Cuál es tu veneno cómico preferido?

  • ¿Eres un fanático del absurdo que retuerce la realidad hasta que pide clemencia?
  • ¿Un satírico con lengua viperina escondida tras una sonrisa amable?
  • ¿Un adepto al humor negro que baila sobre la línea de lo incorrecto?
  • ¿O te va más el enredo cotidiano, el caos de personajes entrañables metiendo la pata?
  • ¿Quizás eres de los míos, un alquimista loco que mezcla todo en el caldero a ver qué explosión gloriosa (o desastre pirotécnico) consigue esta vez?

Cuéntamelo abajo en los comentarios. Que este espacio no sea solo un monólogo de mis neuras, sino un laboratorio compartido de ideas cómicas. Aquí estamos entre amigos, entre (casi) suicidas narrativos. ¡Sin miedo!

(Y si no comentas… bueno, siempre puedo usar el sesgo de culpa en el próximo artículo. Es broma. ¿O no? 😉) ¿Sabéis que son los sesgos cognitivos en narrativa? Bueno, bueno, ya se andará. Pero esto no termina aquí. Si has sobrevivido a este paseo por el campo de minas del humor, prepárate: la próxima entrega de El Arte de Contar Historias te va a hacer sudar tinta… pero valdrá cada gota. Nos leemos…


📚 Recursos para Pulir Tu Cuchilla Cómica

Si te has quedado con ganas de explorar más a fondo este peligroso pero adictivo arte de escribir humor narrativo, aquí tienes algunos recursos y lecturas que pueden servirte de brújula (o de mapa del tesoro lleno de trampas):

1. Entendiendo las Herramientas del Oficio:

  • Ironía, Sarcasmo, Sátira y Paradoja: MasterClass ofrece una guía (en inglés) para aprender a diferenciar y usar estos recursos con precisión. Fundamental para no meter la pata cómica. (Ver en MasterClass.com)
  • Sátira – El Arte de Criticar con una Sonrisa (o una Mueca): Una exploración más profunda de qué es la sátira, sus mecanismos y ejemplos históricos. (Explorar Sátira en Wikipedia)
  • El Poder del Storytelling (la Base de Todo): Entender la ciencia detrás de por qué las historias nos enganchan (como explican en Harvard Business Publishing) es clave para que tu humor no flote en el vacío, sino que impacte. (Leer en HBP)

2. Inspiración y Técnicas de los Maestros:

  • Terry Pratchett – El Rey de la Sátira Fantástica:  (Descubrir en Fantasy.bnf.fr)
  • P.G. Wodehouse – El Caos Elegante: Un vistazo (en inglés) al estilo cómico de Wodehouse, maestro de la comedia de enredos y el diálogo brillante. (Leer sobre Wodehouse)
  • Mark Twain – Humor y Sátira Americana: Un estudio (PDF en inglés) sobre las técnicas de humor de Twain, incluyendo hipérbole y sátira social. (Analizar a Twain – PDF)

3. Profundizando en la Escritura (Recursos Generales Útiles):

  • 70 Trucos para Sacarle Brillo a tu Novela (Gabriella Campbell): Este libro está repleto de consejos sobre ritmo, diálogo, evitar clichés y pulir textos, habilidades cruciales para que el humor aterrice bien. (Nota: Libro, no enlace directo).
  • Cómo Evitar la Redundancia (Konrad Lorenz Edu): El humor a menudo depende de la sorpresa y la economía del lenguaje. Aprender a ser conciso es vital. (Leer sobre Redundancia)
  • Mostrar vs. Contar (Richie Billing): Especialmente importante en comedia. Mostrar la situación absurda o la reacción del personaje suele ser mucho más efectivo que explicar por qué algo debería ser gracioso. (Ver en RichieBilling.com)

(Recordatorio Amistoso: Los enlaces en internet tienen la mala costumbre de desaparecer o cambiar. He intentado elegir fuentes que parecen estables, pero la entropía digital es implacable. ¡Que los dioses del HTML te sean favorables!)



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Ric
Ric
13 de abril de 2025 14:26

Hola Miguel, en este nuevo artículo sobre el arte de contar historias, ahora en clave de humor, puedo comprobar por mi mismo porque soy adicto a tus lecturas, eres un maestro de ello, cada vez, que te leo me doy más cuenta y así se explica el porqué de tu éxito en nuestra querida plataforma, Bloguers, has dividido y explicado la técnica con tu humor característico, esa es tu marca, no la cambies y sigue despertándome con tus historias, siempre me dejan con una sonrisa en la cara.
¡Muchas gracias compañero!

Merche
13 de abril de 2025 15:02

Hola, Miguel, hablando y escribiendo del humor el maestro de los artículos con humor, del bueno… Esto tiene que ser bueno, sí o sí. Grandes consejos. Yo no sé cuál es mi pócima cómica la verdad, escribo y a veces las palabras van hacia la ironía, otra veces a la situación cómica, al enredo, al personaje "raro" o no sé, lo que surja. No sé si hace reír hasta que alguien lo lee y me dice: jajajajaja. O yo me paso el escrito riendo y luego solo me dicen: muy bien, muy divertido… Pero no escriben jajajaja, entonces no vale… Hay que reírse en letras, de lo contrario no ha hecho gracia. Esa es mi teoría.
En fin, que divago, y estoy saliendo del lado "oscuro".
Un abrazo. 🙂

finil
finil
13 de abril de 2025 17:04

uhm!! Interesante manual Tarkion …paradójicamente el propio para hacer un comentario de lo más serio.
A veces olvidamos que escribir con humor, no es sinónimo de frivolidad y que el que quiera hacer reir, puede necesitar una precisión quirúrgica en el lenguaje y una comprensión profunda del mundo y sus miserias.
Quizás, el riesgo no esté en escribir comedia, sino en despreciarla por sistema, como si no pudiera sostener una verdad o incluso una tragedia.
Por ejemplo, por aquí abajo, por tus abandonadas tierras, hay quienes disfrazan las tragedias con humor para hacerlas soportables, (como el que esconde una herida bajo un guante). Porque el dolor a veces, se digiere mejor entre risas. Es como una filosofía de vida.
Y por supuesto sin preocuparse si provocan carcajadas o no; simplemente porque es su lenguaje natural, su manera de mirar y contar el mundo, a veces con una media sonrisa forzada por un drama y que no siempre busca respuesta.
Tú que eres de Sevilla, cómo te explicas el carnaval de Cádiz?, que son un teleanuario nacional de penurias y tragedias, que se ríen del drama y le ponen un tres por cuatro al dolor?
Quizás por eso mismo, el humor es una forma de resistencia. Una forma de no rendirse del todo. De sostenerse en pie.
Forzado es evidente, tanto como un vasco hablando andaluz, o un andaluz en madrileño.
De todas formas, en un intento de seguir el hilo con propiedad, he buscado la diferencia entre "sentido del humor" y "comedia", y tras un par de definiciones y alguna que otra sesuda reflexión, he acabado en el mismo punto de partida.
No se si estamos hablando de lo mismo, o cada uno va por su carril, pero al menos hemos pasado un rato por la misma conversación. Que ya es..
Le saluda (y abraza) atentamente..
Finil.
Y ahora te dejo, que voy a escribir una entrada super seria. Pa tí. Ea

Dakota
13 de abril de 2025 22:09

¡Hola Miguel!
Gracias por otro artículo donde el maestro comparte sus conocimientos en este caso para contar historias con gracia y salero y de eso tu vas sobrado, jajaja.

Muy buenos consejos los que das como en cada artículo que elaboras, me gusta mucho el cariño y el alma que pones en ello y por supuesto ese toque de humor tan tuyo, tan personal que te identifica.

¡Un abrazo fuerte!

Maty Marín
14 de abril de 2025 03:13

¡Hola Miguel! Y mira lo que traes ahora, todo un "señor manual". ¡Cómo sabes de cosas, hijito mío! Y lo divertido que las cuentas. Pero fuera de relato en la vida real sí que me tocaron carcajadas en funerales, unos tíos locos que bueno, yo comprendo que la muerte no hay que tomarla tan en serio pero ellos exageraban: chistes y carcajadas. Y yo en mi primera juventud, poco o nada los entendía. Ganas tenía de darles unas buenas nalgadas. Y ahora ya se han muerto todos.
Pero bueno, nada que ver con el arte de narrar que yo creo que a mí nunca se me va a dar, pero gozo de tus lecciones.
Un abrazo mi querido Miguel.

Jose Sanchez
14 de abril de 2025 05:52

lectura para todas las personas amantes del humor y para lo que no también, solo hay que considerar que estamos en el mejor chiste del mundo, "la vida" y recordar que no podemos tomarnos las cosas tan en serio al final del chiste podremos perder la vida pero nunca el sentido del humor.

Cabrónidas
14 de abril de 2025 11:57

Ja, ja, ja, me ha hecho gracia verme en tu genial entrada, y te agradezco el enlace, maestro. Es así en cuanto al humor negro. La mayor de las veces me sale de forma natural e incluso sin pretenderlo. Y eso mismo quiere decir que, por supuesto, hay grandes fracasos. Dices una gran verdad que es extensible a todos los estilos, y es que hay que disfrutarlos durante su aprendizaje o utilización, sin importarnos si fracasamos o no en el intento. :9

Jose Antonio Sánchez
14 de abril de 2025 13:02

Hola, Miguel.
Una entrada muy interesante e instructiva.
Escribir cualquier cosa es difícil, pero hacer reír, todavía lo es más. Desde mi punto de vista es más sencillo hacer llorar. ¿Lo mejor? Hacer llorar de la risa; eso tiene primer premio. 😜👍🏻
Me la guardo para trabajarla.
Muchas Gracias. Abrazo Grande.

Themis
17 de abril de 2025 16:25

Hola Tarkion, me encantó eso que el humor brota como la hierba mala, jajajajajja, bueno y todo lo que sigue, es muy claro y esa última del, "atrévete" y si, en esta vida hay que ser osado, no queda de otra, y reírse luego a carcajadas de sí mismo, cuando surge la mal llamada frustración o fracaso, que en última instancia y en primera son enseñanzas, para que no se ufane tu ego y aprenda a estarse quieto y que se lo tome con humor, ría, ría y con la risa se sienta libre para dejar de ser quien se cree que es. Con humor fue escrito y me sacó otra que sonrisas para amanecer al día con la alegría que suelta el cerebro cuando le damos esta dosis de alegría. Abrazo más grande y gracias

David Rubio
17 de abril de 2025 21:00

Hola, Tarkion. Una nueva clase magistral y, además, sobre lo más difícil en el oficio de la escritura: el humor. Cualquiera puede escribir un drama, pero solo los elegidos son capaces de sacarte una sonrisa y ya ni te cuento una carcajada.
Y el problema del humor es que cuanto más lo buscas, lo estudias y lo analizas más lejos estás de poder lograrlo. Es como los chistes, aunque en esta época parezcan haber desaparecido. Los había que sabían contarlos o no sabían. Ahí no hay medias tintas, es algo que pienso que es innato.
Con mucha suerte puedes lograr cierta ironía, cierta chispa, pero, en mi opinión, casi diría que es algo que tiene que ver más con la propia personalidad y visión de la vida, que con la teoría narrativa.
En tu excelso artículo nos desmenuzas muchas claves para, al menos, comprender el mecanismo. Ese contraste entre personajes me trajo al recuerdo a los payasos de la tele, donde Gabi ejercía su papel de tipo serio. O las comedias clásicas, como Arsénico por compasión, exponente claro de Humor negro.
Un fantástico, otro más, artículo para añadir a esta Masterclass de Narrativa que es tu blog. Un abrazo!

ana piera
20 de abril de 2025 20:16

Hola Miguel, muy interesante y muy agradable la manera en la que nos explicas toda la teoría para no espinarnos con el "cactus". Indiscutiblemente todo eso ayuda y si se maneja bien pudiera ser que tengamos éxito. Siempre he creído que quien hace reír es porque tiene el don, así, sin más. Hay gente con ingenio, con chispa y lo gracioso les sale natural. No dudo que algún escritor pueda "aprender" a ser gracioso o al menos a no fracasar estrepitosamente, pero en el último de los casos, sí pienso que es un don, naces con él o no. ¿Lo puedes desarrollar? Sin duda. ¿Será tan efectivo como el don natural? No lo sé. Gracias por compartirnos sobre este tema. Te mando un abrazo fuerte.

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