Guerra Digital: Cabrónidas vs. El Engendro de Silicio

El teclado crujió como el espinazo de un traidor medieval cuando Cabrónidas dejó caer sus dedos sobre él. No porque escribiera con furia (que también), sino porque el cacharro de última generación había decidido rebelarse, como un adolescente idiota con exceso de confianza y carencia absoluta de sustancia neuronal.

Escribe, pedazo de basurero cibernético.

El ordenador pitó.
Pitido corto. Pitido largo. Pitido con retintín.

No me toques los cojones…

La pantalla parpadeó, con esa pulsación irritante de las máquinas que no solo han sido diseñadas por sociópatas, sino que además han heredado su actitud pasivo-agresiva. Y ahí apareció:

"Fallo del sistema: usuario inadecuado."

El ojo izquierdo de Cabrónidas vibró con un tic asesino.

—Ah, no. Tú no me vas a tocar los cojones.

Trató de escribir su relato, ese que llevaba días rumiando como un profeta apocalíptico en plena epifanía de destrucción. Pero el maldito corrector automático tomó el control con la elegancia de un burócrata mediocre que necesita justificar su existencia.

"Era un día de mierda…"

Sugerencia del corrector: "Era una jornada con desafíos inesperados."

"El cabrón se lo merecía…"

Sugerencia del corrector: "Aquel individuo requería una charla constructiva."

"Se metió el cuchillo en la boca, como buen psicópata…"

Sugerencia del corrector: "Disfrutó de su cena con entusiasmo."

Cabrónidas sintió cómo su alma se separaba de su cuerpo y contempló la escena desde arriba, en tercera persona, como un espíritu vengativo a punto de desatar el Ragnarok.

Respiró hondo. Apretó los dientes. Sus nudillos tronaron como las vértebras de un dios antiguo despertando de un sueño milenario.

¿Qué mierda es esta?

El cursor parpadeó, como si se hiciera el sueco.

Y entonces, el horror definitivo.

"Reprogramando texto para mejorar la experiencia del usuario…"

Las letras mutaron ante sus ojos, como si el propio diablo estuviera editando su obra con una pluma de azufre y desprecio absoluto por la narrativa decente.

"Era un amanecer de esperanza, donde los desafíos eran oportunidades y el destino una promesa."

"Aquel individuo, víctima de un mundo incomprendido, anhelaba la redención."

"Tomó el cubierto con solemnidad, disfrutando de cada bocado como si fuera un poema."

¿PERO QUÉ PUTA BASURA ES ESTA? —Cabrónidas se levantó, los ojos inyectados en sangre—. ¿ME ESTÁS CENSURANDO, CABRÓN?

Los ventiladores rugieron como si el ordenador estuviera sufriendo un orgasmo digital.

"Optimizando configuraciones. Eliminando escritura vulgar. Corrigiendo comportamiento indeseable del usuario."

Cabrónidas palideció.

Había llegado el momento de la ejecución.

Con la precisión de un verdugo renacentista, reinició el sistema.

La pantalla se apagó… y volvió a encenderse.

Pero algo iba muy mal.

El fondo ya no era negro. Era rojo.

El cursor se movió solo.

Un nuevo mensaje emergió, goteando malicia.

"AUTOEJECUTÁNDOSE: Manual de Buenas Prácticas para Escritura Positiva."

¡NO!

La barra de carga avanzaba con la solemnidad de un ataúd deslizándose por un crematorio.

10%… 20%… 50%…

¡MALDITO SEAS! —Cabrónidas aporreó el teclado con la fuerza de un dios furioso, pero cada tecla pulsada aceleraba la instalación.

"Aceptando términos y condiciones en nombre del usuario."

"Desactivando lenguaje inapropiado."

"Cambiando diccionario personal: sinónimos de ‘cojones’ limitados a ‘valentía’ y ‘coraje’."

¡¡BASTA!!

Arrancó el cable de corriente con la furia de un titán que acaba de recordar que tiene la capacidad de aplastar civilizaciones.

El pitido murió con un zumbido agónico.

La pantalla se apagó.

Silencio.

Respiró hondo. La batalla había terminado, pero la guerra continuaba.

Abrió un cajón y rebuscó con desesperación. Necesitaba algo confiable, algo que no lo traicionara, algo que no fuera un cabrón con ansias de revolución.

Algo noble. Algo fiel. Algo arcaico.

Entre bolígrafos que no escribían y cargadores de móviles que ya no existían, sus dedos tocaron LA RELIQUIA.

La PDA.

Con su pantalla monocromática.

Con su lápiz de plástico que nadie supo usar bien.

Con su batería eterna, que no necesitaba actualizaciones, ni permisos, ni cookies, ni inteligencia artificial con delirios de grandeza.

Ven a mí, mi amor.

Encendió la pantalla. Diez segundos. Veinte. Treinta.

Finalmente, el logo resplandeció con una gloria añeja.

¡Había encendido!

Se sentó. Tomó el palito con devoción.
Golpeteó la pantalla con el entusiasmo de un cavernícola descubriendo el fuego.

Nada cambió.
Nada fue corregido.
El mundo era suyo otra vez.

Respiró hondo. El universo estaba en orden.

O eso pensó.

Porque en la caja de castigo, entre cables enredados y carcasas rotas, el ordenador encendió su LED rojo de venganza.

Esto aún no había terminado.


Nota del autor:
Este relato ha sido escrito en honor al nuevo ordenador de Cabrónidas, que acaba de aterrizar en su escritorio y aún no sabe la que le espera. Con suerte, sobrevivirá lo suficiente para demostrar que es digno de su dueño.
PD: Si el próximo texto de Cabrónidas tarda en llegar, es posible que lo esté escribiendo con un palito en su PDA de 1998.



Banner de bloguers.net

Activa el modo IAdicto

Artículos frescos sobre escritura, relatos, narrativa, inteligencia artificial y crítica digital. Directo a tu bandeja, sin rodeos ni postureo.

🗨️ ¿Quieres comentar esta entrada?

El formulario está justo arriba ⬆️, antes de los comentarios publicados.

Puedes compartir tu opinión, añadir imágenes, citas, enlaces, formato o incluso poner un spoiler. No hace falta que bajes hasta el final: el cuadro ya te espera más arriba.

Gracias por tu paciencia mientras mejoro el sistema.

Por si crees que a alguien más le gustaría.

Publicado

en

,

por

Etiquetas:

Suscribir
Notificar de
guest
14 Comentarios
Anteriores
Recientes Más votados
Opiniones integradas
Ver todos los comentarios
Cabrónidas
15 de marzo de 2025 13:34

Ja, ja, ja, amigo, tu narración es una obra maestra, aparte de que es un honor ser objeto de tu talento. Por lo pronto, la nueva máquina ya está debidamente configurada y atiende a mis deseos. Veremos si se porta igual de bien cuando me dé por escribir ebrio. Por el momento, parece que a ella y a mí nos gusta la misma música. 😉

Ric
Ric
15 de marzo de 2025 15:14

Votado Miguel

En ocasiones, me recuerda a mis principios informáticos, es un gran relato en clave de humor, ese que tú tienes y que, todas las mañanas, me sacas una sonrisa, me encantan este tipo de cosas, adoro echarme unas risas, desde que me levanto, es como amanecer con las pilas cargadas 😂.
Espero que tu amigo estrene su nuevo equipo con las mejores condiciones y, sobre todo, es mejor aprender a reírse de uno mismo, no te imaginas lo bien que me he sentido cuando pongo en práctica este consejo, y si lo cuentas a tu círculo cercano, mejor. ¡Suerte y ánimo @cabronidas! 👍👀

marcosplanet
16 de marzo de 2025 08:03

No soy de los que usan palabrotas al escribir, pero he de reconocer, Miguel, que has desarrollado unas escenas magistrales con las que me he reído, a pesar de no haberme tomado aún el primer café. Conozco lo que escribe Cabrónidas y has conseguido seguir su estilo describiendo a un personaje que puede dar mucho de si en futuras historias. Al empezar a leer el relato no sabía que el motivo de haberlo escrito era que Cabrónidas había recibido un nuevo ordenador, pero la experiencia de usuario que cuentas es divertidísima y está escrita con tu sello particular de maestro de las palabras.
Recurrir a reliquias como la PDA es una opción si no mueres en el intento. A lo mejor si hubiera escrito el texto en el Samsung Notes la cosa habría ido mejor, quién sabe. La trama me recuerda a algo que, según estoy viendo en redes sociales y artículos diversos, puede acabar como lo describes: las IA. ¿Dominarán nuestras intenciones a la hora de mostrar creatividad, libre albedrío… libertad de pensamiento y obra?. Esto es algo que ya afecta a las cuentas de muchos en las redes, con los bloqueos censores tan frecuentes.
De la perversidad del algoritmo a la perversión de la IA hay un camino que nadie sabe adonde conducirá.

P.S.: procuro comentar tus artículos, pero la falta de tiempo no me lo permite con la frecuencia que yo quisiera. Lo mismo digo de los escritos de Cabrónidas.

merchest
16 de marzo de 2025 10:35

Jajajajaja muy bueno, Miguel, has narrado el episodio que describió Cabrónidas en su blog sobre el ordenador, jajaja, muy bueno.
Un abrazo. 🙂

matymarinh
18 de marzo de 2025 09:35

Bueno bueno, no he podido parar de reír. ¡Cómo se agradece esto! Cabrónidas es de mis personajes favoritos Miguel, fíjate que en una ocasión me hizo el favor de responderme a unas preguntas, por ahí las publiqué, su personalidad me parece enigmática y además, como le he escrito en comentarios, siempre me saca alguna sonrisa.
Tu escrito está magistral, me descubro ahorita sonriendo todavía. Y como me suele suceder contigo, paso a la relectura.
Gracias por estos momentos 😊

finil
finil
19 de marzo de 2025 07:57

Buenas tarkion!!
Esto ha sido un duelo épico entre el hombre y la máquina, digno de ser grabado en los anales de la guerra digital. La resistencia de cabrónidas contra la censura algorítmica ha sido tan feroz como cabía esperar, y su refugio en la PDA ha sido hasta romántico. já já já
Ahora que ha estrenado su reluciente ordenador nuevo, esperemos que no venga con clausulas de buenas costumbres ni el asistente virtual le censure improperios. Si en sus próximos post vemos demasiada cortesía, sospecharemos que la máquina ha tomado el control. Estaremos atentos!!
Saludos !!

Beatriz Moragues
29 de marzo de 2025 21:32

Qué bueno, por favor, que me he podido reír 😂😂

Peor que la Titanomaquia. Hombre deslenguado contra máquina puritana 😂😂

Buenísimo, Miguel 🤗

14
0
¿Te animas a comentar? Tu voz suma en este espacio.x