Imagen del microrrelato "La hora suspendida"

La Hora Suspendida

El banco aún crujía bajo su peso, como si recordara.

Había vuelto a la estación sin nombre, donde la promesa de un regreso flotaba entre el polvo y las telarañas.

La flor que traía —una dalia seca, quebradiza como su fe— había perdido su color hacía años. Aun así, la sostenía con la reverencia de quien porta una reliquia.

El reloj seguía detenido en la misma hora: las 10:11. El segundero, una aguja al borde del salto, congelada en su intento.

Una vez al año, él venía.

Se sentaba. Esperaba.

El viento barría hojas que no existían. El aire olía a óxido, a lluvia detenida. A recuerdos sin nombre.

Nadie descendía del tren.

Nadie lo miraba desde el otro andén.

Las promesas, pensó, no caducan: se fosilizan.

El silencio no era ausencia, sino forma. Lo abrazaba con dedos de polvo y le murmuraba desde los muros agrietados.

Quizá ella nunca dijo “volveré”.

Quizá solo lo pensó muy fuerte.

Y él… lo escuchó demasiado bien.

A sus pies, dejó la dalia.

No sobre el cemento: sobre una grieta oscura, donde el musgo respiraba lento.

Una ofrenda para la espera.

Al marcharse, no miró atrás.

Tampoco aceleró el paso.

Después de todo, era un experto en esperar.


✍️ Nota del autor
Microrrelato escrito para el reto “La espera”, organizado por el Tintero de Oro (7ª temporada, mayo 2025). Inspirado en esa forma densa y suspendida del tiempo que no siempre transcurre: a veces, simplemente se instala en nosotros. Porque no todo el que espera lo hace por alguien; a menudo se espera algo que no llega, y en esa quietud también hay una forma de vivir.


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Merche
2 de mayo de 2025 10:21

Buenos días, Miguel, nos hemos puesto de acuerdo, yo también he enviado al Tintero hoy mi micro.
La foto perfecta y las palabras lo acompañan. Quizá ella no dijo de volver y él debería dejar de esperar. Se siente su pesadumbre en tus palabras, en esas líneas cortas y efímeras como la vida, pero no como la espera, que, sin remedio, desespera.
Buen micro, compañero de letras.
Un abrazo. 🙂

Miguelángel Díaz Díaz
2 de mayo de 2025 10:56

Era un experto en esperar…
¡Qué imagen, Miguel! Es la versión de la Penélope de Serrat, la idea de que, a veces,sólo queda la posibilidad de esperar.
Un fuerte abrazo, tocayo 🙂

ana piera
2 de mayo de 2025 15:25

¡Muy bueno Miguel! No hay nada peor que una espera así. Cuando no sabes si el que se fue te prometió volver o solo quizá lo deseaste y te lo creíste. Y vuelves siempre al mismo punto, anhelando eso que no llega. Como siempre, tu narrativa es impecable. En esta ocasión hay una belleza triste en ella. Una gran propuesta para El Tintero, me gustó mucho.

Pepe
2 de mayo de 2025 16:25

Hola, Miguel.
La verdad es que tanto la foto como el tono del blog acompañan al relato. A mí me ha dado cierta paz, sobre todo con esa frase que resaltas al final "era un experto en esperar", aunque sí que es cierto que el tema que abarca es muy triste. Esa espera firme, imperecedera sobre una promesa fosilizada (me ha encantado esa frase), pero que también es anhelada. El anhelo de la promesa no pronunciada, sino sentida, y ya la espera queda en un segundo plano, pues prima más la esperanza de que haya habido promesa, pues, siendo de ese modo, el tiempo, si es en esa espera, no es perdido.
Un relato muy profundo, y, como te digo, tiene cierto sentimiento de sosiego, o yo lo entendí así, pues mientras haya espera hay esperanza, aunque esta quede tan lejana como el resto de una vida anterior.
Muchas gracias por participar y un fuerte abrazo!

Francisco Moroz
Francisco Moroz
2 de mayo de 2025 17:21

Cuando esperas a quien no sabes si vendrá, te entra un miedo cerval al pensar que puede llegar y tu no estar. Por ello su presencia cada año en un mes y en un día, a una hora determinada, sin poder confirmar que ese que marchó le confirmara su regreso.
Todo un dilema que conviete a tu personaje en todo un maestro ejercitado en la paciente espera.
Extraordinaria descripción de la imagen que encabeza tu relato.
Un abrazo.

finil
finil
2 de mayo de 2025 17:42

Buenas Tarkion!!
Dicen que hay estaciones donde el tiempo se queda dormido y sueña con relojes quietos. Y que si uno va muy callado, puede escuchar lo que se prometió sin decirse.
Esperemos que no se rinda, que el día menos esperado alguien pase por la estación que escribiste. Sin saber si quiera que existe, pero la reconozca al instante.Y que la dalia seca le hable bajito (como hablan las flores que ya no esperan, pero no se rinden). Y le cuente sus secretos
Muy bonito todo, un poco triste, pero muy tuyo. Me llevo un trocito con tu permiso, para guardarlo en las páginas de un libro de esos que parecen dormir..pero no, siguen ahí respirando bajito. Como esto.
Un abrazo capitán!!

Juana
2 de mayo de 2025 22:00

Así es tu poético tiempo suspendido retrata muy bien cómo la vida puede convertirse en una espera marchita como la dalia, densa como el aire que encorva al personaje. Conmovedor. Un abrazo

Beatriz
2 de mayo de 2025 23:16

Qué relato tan bonito, Miguel. Yo creo que esa espera la hemos vivido casi todos alguna vez en la vida. Es como si la existencia se quedara en suspenso, también esperando. Mientras, nosotros seguimos con ese diálogo interno, imaginando lo que nos gustaría que ocurriera. La espera se convierte en una manera de vivir, de creer que algo es posible… y quizá lo sea, nunca se sabe 🤷🏻‍♀️

Un abrazo 🤗

Idalia H. Payano T.
3 de mayo de 2025 06:34

Miguel, diría que el micro trata de una espera estática, que ha permanecido inerte a través del tiempo. Allí en esa estación de tren que en algún tiempo hubo vida llena de esperanza, todo luce añejo, gastado al igual que él y su fe, que anida un encuentro que solo la muerte puede darle y hasta esa se ha hecho esperar demasiado.

La historia que veo entre líneas me habla de un suceso fatal que terminó con la vida del pueblo y lo único que permanece de él es esa vieja estación y ese tren que ya no viaja ni lleva pasajeros.

El, sobreviviente de un pueblo vacío, con un reloj detenido y un panorama desolado, suspendido en el tiempo vuelve cada año al lugar donde por última vez se vieron, con el deseo de lograr encontrar el consuelo de la muerte y reunirse con ella, que probablemente lo espera también a él.

El final me hace ver que por fin la muerte lo recoge, y como ofrenda de su larga espera deja a sus pies la dalia, que yace junto a su cuerpo. Su alma ya libre se marcha sin mirar atrás, sin prisas, aprendió muy bien a esperar, y por fin ya no necesita del pasado ni del futuro, ahora todo es presente y en sus manos hay una dalia hermosa, esa flor marchita que a través de esa grieta oscura se llenó de vida para que la ofrendara a su amada, que lo espera con la misma paciencia y reverencia que lo ha hecho él.

La imagen es evocadora, reflexiva y sugerente, como si hubiera envejecido sentado ahí, en ese lugar al que pertenecía en cuerpo y alma.

Miguel me gustan los finales felices sobre todo si el trayecto ha sido triste y muy amargo, ja, ja.

Gracias por poner a volar mi imaginación. Un placer leer y vivir la experiencia a través de tu bello micro.

Dakota
3 de mayo de 2025 19:26

¡Hola Miguel!
Te habrá costado ¿eh? muy pocas palabras para ti, jajaja.
Pero como siempre muy bien escogidas.
Esa espera flotando en el ambiente, y aunque quizá sabe que no volverá, sigue esperando cada año, con la esperanza de que pueda volver.

¡Un abrazo Miguel!

Dakota
Responder a  Tarkion
4 de mayo de 2025 09:07

Jajaja, mira que me extraña que no tengas la versión extendida del director😂

El micro te ha quedado de lujo, con pocas palabras se puede decir mucho, o con muchas nada y luego estás tú que dominas el arte de ambos con una maestría única.

Da igual la versión sabes transmitir, tienes un don para escribir.

¡Un abrazo dominguero!

Cabrónidas
3 de mayo de 2025 20:54

Es como que, a veces, en nuestro interior, seguimos librando batallas que ya no nos corresponden. Sabemos que hubo un motivo, pero ya no recordamos muy bien cuál era. Quizás porque pasó mucho tiempo, aunque nunca el suficiente…

lady_p
4 de mayo de 2025 11:04

Hay esperas que no terminan ni caducan. Se hacen lentas y pesadas algo que dejas entrever con pensamientos expresados en una sola línea. Estas esperas requieren mucha constancia y paciencia porque persisten en el tiempo. Buen relato. Saludos!

Themis
4 de mayo de 2025 15:36

Esperar, esa acción tan humana, que puede hacerla durante toda su vida, en donde sin darse cuenta la vida no pasa por ella, o acaso, ¿si pasa y en eso se transforma?. La espera en una ilusión… muriendo día tras día. Muy bueno, abrazo grande

marifelita
4 de mayo de 2025 23:03

Hola Tarkion!
Un relato muy poético, por el fondo y también por la forma! Y es que ¿hay algo peor que esperar la "nada"? Esa posición sin duda es de valientes. Me ha gustado mucho tu relato, siendo tan breve transmite mucho! Un abrazote!

Marta Navarro
Marta Navarro
5 de mayo de 2025 12:06

¡Qué bonito, Miguel! Un micro que desprende ternura y melancolía. Qué bien has dibujado la escena: el silencio, el olor del aire, esa sensación de tiempo detenido incrustada en el protagonista, un hombre que mantiene el rito como una forma de recuerdo y esperanza. Me ha gustado muchísimo el tono, el ritmo lento y la poesía que hay en la historia. Un relato genial.

Marcos
5 de mayo de 2025 20:05

Yo mismo espero por cosas que no llegan. Suelen ser anhelos de mejora, en todos los sentidos, también de mejoras ajenas.
La esperanza es una puerta que lleva a ninguna parte y a todas, la mayor parte de las veces a un destino que no es el esperado. la vida es así.
Describes una atmósfera fantástica, la de la mente del protagonista, que le dibuja el deseo de verla a ella de nuevo pero es un deseo sin forma, abierto a la puerta de una esperanza ciega.
Pintas con palabras los sentimientos.

Raquel del Valle Peña Peinado
6 de mayo de 2025 02:00

Hola tu relato juega con la idea de la fosilización de las promesas: no caducan, sino que se transforman en una forma de estar en el mundo. La espera se convierte en un personaje más, definiendo la existencia del protagonista. La prosa es poética y cargada de melancolía, con un ritmo pausado que imita la quietud de la escena, es un microrrelato profundamente evocador sobre la espera y la permanencia del tiempo en un lugar que parece congelado en el recuerdo. Saludos desde Venezuela

José Maria Panadés
José Maria Panadés
7 de mayo de 2025 13:09

Una historia muy triste que demuestra que el amor lo soporta todo, incluso una espera que muy probablemente no será recompensada. Solo la esperanza es capaz de inducir al que espera un final feliz a repetir, una y otra vez, ese acto de sentarse a esperar con una flor en la mano y el corazón anhelante.
Me ha encantado el tono poético con el que has impregnado este relato tan emotivo.
Un abrazo.

Ainhoa
Ainhoa
8 de mayo de 2025 08:26

Hola Tarkion, me ha parecido un relato muy poético y fluido. Como un paseo melancólico y conocido a la vez. Enhorabuena. Un saludo.

gabiliante
11 de mayo de 2025 09:29

Aquí se vislumbra aquello que decía yo que era poco útil en micros del sesgo de confirmación.
Ella no dijo nada, pero el lo escucho perfectamente, y obra en consecuencia.
Ciertamente hace falta muy poco para que aparezcan esos sesgos.
Abrazooo

Puri
13 de mayo de 2025 13:53

Tu protagonista si que supo esperar, sin saber si ella vendría el seguía esperando su llegada.
Triste situación la que sufre tu protagonista
Me gusta como lo cuentas
Un abrazo Miguel
Puri

Nuria de Espinosa
13 de mayo de 2025 15:46

Buenas tardes, tu relaro ha quedado fosilizado en mis retinas. La estación, la espera, la hora que parece detenerse en ese instante perpetuo de un silencio desgarrador que permanece a la espera de una ausencia que probablemente no volverá.
Me ha encantado como nos vas introduciendo y arrastrando por las emociones del protagonista. Muy, muy, buen micro.
Un abrazo👏👏👏

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