No soñé con la muerte. Soñé con el después. Con ese eco que queda cuando ya no hay nadie para oírlo.
Era viejo. O lo parecía. No solo por el cuerpo, sino por la urgencia. Por esa sensación inquietante de haber llegado tarde a mi propia vida. En el sueño no había relojes, pero cada imagen parecía gritar: ya no te queda tiempo. No era miedo, no del todo. Era otra cosa. Una especie de abandono sin drama. Como si el universo me estuviera diciendo: “ya no hace falta que corras, porque no hay nadie esperándote”.
Y, sin embargo, justo detrás de ese silencio abismal, apareció lo incomprensible. Una imagen sin contornos. Un vértigo sin altura. Como si la mente, al rendirse, accediera a una zona donde ya no existía ni el lenguaje, ni el yo, ni el tiempo. Ahí desperté. O me expulsaron, quién sabe.
Hay sueños que no se disuelven con la luz. Se quedan ahí, en el fondo del pensamiento, como un animal que duerme con un ojo abierto.
El hueco que deja lo que nunca fue
No fue una pregunta lo que surgió al despertar, sino una certeza muda. No me inquietaba si alguien me recordaría, ni si quedaba algo por cerrar. Lo desconcertante era que ya no había nada que alcanzar. Ninguna historia pendiente. Ningún propósito esperando cumplirse.
Lo insoportable no era la pérdida, sino la inutilidad de cualquier intento.
Hay una forma muy específica de vacío que solo aparece en ciertos estados: ni tristeza, ni soledad, ni desesperanza. Es otra cosa. Como si algo se rompiera en lo más profundo de la estructura narrativa que usas para explicarte el mundo.
Porque eso es lo que hacemos: contar historias. Nos contamos una y otra vez quiénes somos, qué queremos, hacia dónde vamos. El relato da forma a la identidad. Y el miedo no es tanto a fracasar, sino a no tener ya ningún marco en el que fracasar.
El miedo, tal vez, es intuir que no hay capítulo final. Solo un corte.
La urgencia no viene del tiempo que pasa, sino de la certeza de que ya no hay dirección.
Creer, no creer, no poder saber
Debe de ser reconfortante tener una fe tan sólida que no necesites preguntarte qué hay más allá. O una racionalidad tan afinada que no dejes espacio para fantasías. Pero ¿y si estás en medio? ¿Y si no te convence ni el cielo… ni la nada?
Y si, al final, todo lo que nos queda es esto: la duda como forma de compañía. La pregunta como único lugar habitable.
Hay algo profundamente humano en la incertidumbre. Nos moldea más que las certezas. Nos obliga a buscar sentido incluso cuando sabemos que no hay manual. Y lo hacemos con palabras, con arte, con sueños como este que no dicen nada pero lo dicen todo.
No busco respuestas. Solo una forma de sostener la pregunta sin que me abrase las manos. Sin que se convierta en obsesión… o en resignación.
Porque cuando uno sueña con el final, no sueña con la muerte. Sueña con la posibilidad de que la identidad se disuelva como una voluta de humo, efímera, sin origen claro. Como si nunca hubiera tenido sentido ser alguien.
Las emociones sin nombre
Lo más desconcertante del sueño no fueron las imágenes. Fue lo otro. Eso que no encaja en ninguna palabra. Eso que no viene en los manuales.
Desde que desperté, intento traducirlo. Abro diccionarios mentales, recorro sinónimos como si fueran pasillos mal iluminados. Pero no están. No se dejan nombrar.
Y quizá eso sea lo más valioso de todo.
O lo que da más miedo.
Tal vez hay cosas que no vinieron al mundo para ser explicadas, sino solo para ser sentidas.
Como el vértigo de no saber si estás cayendo… o despertando. Como ese instante donde el yo se disuelve y uno no sabe si sigue siendo alguien… o se ha convertido ya en otra cosa. O en nadie.
¿Qué soñamos cuando sentimos que no queda tiempo?
¿Es este vértigo el umbral de algo… o solo el eco final de una conciencia que se apaga? ¿Persistimos como una forma distinta, una vibración, una sombra del recuerdo de lo que fuimos? ¿O nos disolvemos del todo, dejando solo el silencio?
Tal vez no haya respuesta. Pero si alguna vez has soñado algo parecido… si alguna vez sentiste que el tiempo ya no te esperaba…
Te invito a dejarlo aquí abajo. No para explicarlo. Solo para no soñarlo a solas.

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Ese sueño te hizo despertar el Miguel filosófico, el de las preguntas sin respuesta, el del pensamiento de más allá del pensamiento, el de la búsqueda de respuestas sin saber que la propia pregunta era una respuesta. Hay cosas que sí, no están hechas para explicarse, sino para sentirse y no hay más, nada más, solo sentir y dejarse embriagar por la sensación. Y estos momentos son los que quedarán cuando sepamos que ya no queda nada.
Un relato de angustia, de vacío, de no saber… Quizá no es necesario entrar en esa angustia, sino fluir con ella, acomodarla en la almohada y dejar que lo bonito de la vida la vaya menguando. No hay más.
Un abrazo. 🙂 🤗
🐉 (Me hacía ilusión utilizarlo, aunque no pegue). 😱
¡Hola Merche! 🤗
Qué bien has captado esa esencia filosófica que a veces se despierta de golpe, ¿verdad? Me gusta mucho cómo señalas eso de que "la propia pregunta era una respuesta". Es una idea muy potente. Y sí, totalmente de acuerdo contigo en que hay vivencias que se escapan a las palabras, que solo piden ser sentidas, sin más. Como si el universo nos susurrara cosas en un idioma que el diccionario no conoce.
Lo de fluir con esas sensaciones intensas, como la angustia que a veces dejan estos sueños, es un punto muy inteligente. A veces, en lugar de luchar contra la corriente, es mejor dejar que nos meza y confiar en que la vida, con sus pequeños destellos, nos irá devolviendo la calma. Pero ya sabes, si no lo escribo me da algo jaja
¡Gracias por pasarte y por tus palabras! (Y el dragón mola, ¡claro que sí! 🐉😉)
¡Un fuerte abrazo! 🤗🐉🐉🐉🐉
Buenos días, Miguel. Qué interesante tu sueño. Hay sueños que, más que imágenes, dejan una sensación que te acompaña durante días.
Esa impresión de que ya no hay que correr, de que el tiempo ha dejado de ser un factor importante. Como si en ese espacio onírico, la urgencia de vivir tan deprisa desapareciera y solo quedara la esencia de lo que somos.
Es cierto que nos pasamos la vida construyendo relatos sobre nosotros mismos, tratando de darle sentido a lo que vivimos y creemos. Pero al final, esas creencias están ligadas al entorno en el que hemos crecido. Si hubiéramos nacido en el Tibet, por ejemplo, nuestra visión de la muerte y la conciencia sería completamente distinta, y seguramente seríamos todos reencarnacionistas. Por eso, creo que es necesario preguntarnos por qué creemos en lo que creemos, en este tema y en todo en la vida.
Desde joven me ha fascinado el tema de la muerte, tal vez porque siempre ha estado presente de alguna forma en mi vida. Con el tiempo, he leído mucho sobre la conciencia y las ECM, y cada vez hay más estudios que sugieren que lo que percibimos no es toda la realidad, sino solo una parte de ella. Nuestro cerebro es una ventana a una realidad, pero seguramente haya mucho más de lo que podemos captar con nuestros sentidos.
También he tenido experiencias y sueños que me hacen pensar que esto no termina aquí. No sé que hay después, porque no soy creyente a nivel de religión, pero tengo pocas dudas de que la realidad (con mayúsculas) es mucho más rica y compleja de lo que imaginamos.
Perdón por la parrafada. Un abrazo enorme 🤗
PD. Para saber que es verdad lo que digo, solo hay que leer tus relatos y los de Finil, con sombras y seres que atraviesan mundos 😂😂
¡Buenos días, Beatriz! 😊
Qué interesante tu reflexión sobre el sueño y cómo a veces, en esos espacios oníricos, la tiranía del reloj se desvanece y parece que podemos atisbar algo más esencial, ¿verdad? Esa sensación de que "ya no hay que correr" es muy poderosa.
Me ha hecho pensar mucho tu apunte sobre cómo el entorno cultural moldea nuestras creencias más profundas. Es tan cierto. Lo del Tíbet es un ejemplo perfecto; nos recuerda que nuestras "verdades" a menudo son perspectivas condicionadas. De ahí la importancia, como bien dices, de preguntarnos el porqué de nuestras convicciones, no solo en estos temas trascendentales, sino en todo.
Comparto totalmente esa fascinación por los misterios de la consciencia y lo que podría haber más allá. Las ECM son un campo que también me llama mucho la atención. A menudo me sumerjo en algunas investigaciones sobre cómo la neurociencia, la filosofía y la psicología intentan abordar este "enigma profundo" que es la conciencia, y cómo, a pesar de tantos avances, sigue escapándose a una única explicación. Esa idea que mencionas de que nuestro cerebro es quizás una ventana a una realidad mucho más vasta, pero no toda la habitación de la "Realidad con mayúsculas", resuena profundamente conmigo y con algunas de estas exploraciones que sugieren precisamente eso: que lo que percibimos es solo una fracción.
Aunque no lo aborde desde una fe religiosa tradicional, tengo esa intuición persistente de que la película no acaba con los créditos finales que vemos con los sentidos físicos. Hay una complejidad en todo esto que se nos escapa y que es, a la vez, inquietante y maravillosa.
Gracias por una reflexión tan completa y por compartir tu perspectiva. ¡Da para mucho diálogo! ¡Demasiado jajaja!
(Y sí, ¡Finil y yo nos montamos unas que ni en los sueños más locos a veces! 😂)
Un abrazo enorme para ti también. 🤗
Soñar pues es muy peligroso, porque instala en la mente una angustia: Mi consejo …. haz como yo, me despierto y digo: Voy a olvidar los sueños de la noche anterior…. puff, resulta magico y milagroso…. a los 5 minutos ya no recuerdo NADA de lo que hice en la noche.
Asi se evita uno pensar en ellos y reflexionar es esos mundos ilusorios.
pd: Ya otra cosa si el sueños es persistente y se repite noche tras noche, pues lo unico es consultar a una de esas viejas brujas, ojala Jazara para que descifre el mensaje
¡Hola Casagrande!
Entiendo perfectamente tu punto de vista sobre los sueños y esa angustia que a veces pueden dejar. ¡Desde luego, tu técnica para olvidarlos al despertar suena de lo más efectiva si lo que uno busca es sacudírselos de encima! A veces, la mente nos lleva por unos laberintos que pueden ser desconcertantes.
Para mí, que tengo una relación bastante particular con el mundo onírico y los sueños lúcidos, estas experiencias, aunque a veces sean intensas o extrañas, suelen ser una fuente de introspección o incluso de inspiración. Es como si abrieran una puertecita a esos "mundos ilusorios" que mencionas, que aunque no sean la realidad tangible, a veces siento que tienen algo que susurrar sobre nosotros mismos.
Pero oye, cada uno tiene su manera de navegar estas cosas, ¡y todas son válidas! Lo importante es encontrar lo que a cada cual le funciona para estar tranquilo… o intranquilo, que a veces es necesario también.
(Lo de consultar a una bruja para los sueños persistentes me ha hecho sonreír, ¡toda una estrategia para descifrar mensajes! 😉)
Un abrazo.
No voy a poder aportar gran cosa a la entrada porque hace bastante tiempo que no recuerdo lo que sueño. Pero sí he leído mucho sobre cómo funciona el cerebro, lo que hace, y lo poco que aún sabemos de él. Soy de los que creen con total firmeza que la ciencia acabará por responder a todas las preguntas, solo que necesita mucho, mucho tiempo para ello. No por esa creencia me considero una mente obtusa y cerrada. Pero necesito cosas más sólidas que la fe para sentirme satisfecho con las respuestas a mis preguntas. Lo que me fastidia es que cuando sean contestadas yo ya no voy a estar. 🙂
¡Hola Cabrónidas!
Gracias por pasarte y compartir tu perspectiva. Es totalmente comprensible que si los sueños no son algo que recuerdes o te marquen, el tema central del artículo te resulte un poco más ajeno en lo personal.
Valoro mucho tu confianza en la ciencia y en su capacidad para, con el tiempo, ir desentrañando los misterios del cerebro y de la existencia. Comparto esa fascinación por lo que la investigación nos va revelando, aunque en lo que toca a la consciencia y la realidad se llega casi siempre a "puntos muertos". Pero esa necesidad de "cosas más sólidas" para las grandes preguntas es un motor muy potente para el conocimiento.
Y sí, esa sensación de que quizás no lleguemos a ver todas las respuestas que anhelamos es algo que resuena. A veces pienso que, aunque no tengamos el mapa completo, el simple hecho de hacernos las preguntas, de seguir buscando y explorando con la mente abierta –ya sea desde la ciencia, la filosofía o la introspección personal–, ya tiene un valor inmenso en sí mismo. Quizás la travesía sea tan importante como el destino, o incluso más.
Un abrazo, y gracias por pasar. 🙂🤗
Querido Miguel:
¡Es tan bello lo que expresas sobre ese sueño, sobre tus pensamientos, inquietudes! No es sólo es sentirlo ni vivirlo como lo has hecho al despertar, es la belleza en la que se convierte con tus palabras. Sí, tus palabras que llegan, que se quedan, que son una caricia cálida y tierna que no se irá nunca.
Te entiendo más de lo que te puedes imaginar, es un tema recurrente en mí y me apasiona profundamente. Si no nos cuestionásemos sobre todo esto que es fundamental, ¿Qué sentido tendría todo este caminar con esas alas con las que volamos a donde nadie nos puede detener? No, no tendría sentido ni habría camino. De repente esa incertidumbre y esas sensaciones que nos llegan por lo que estamos viviendo nos hacen saber, palpar lo vivos que aún estamos ya sea que quede poco, mucho o "regular". Después de todo, esta medida poco tiene de objetiva cuando cada segundo se puede convertir en una eternidad, en un momento total y absoluto. Pleno a más no poder. Yo sé que hay más que lo de aquí, que aquí no acaba todo. Como si hubiese estado allí y sí, sí que es reconfortante, aunque no impide el temor de lo que poco podemos comprender. ¿Contradicción? Quizá, los seres humanos somos contradictorios. Sí, pero no. De nuevo, tu pensamiento me regala la esperanza de que hay un ser como tú pensando en lo que otros jamás, o en lo que otros simplemente no se atreven a decir. Es una existencia plena.
Miguel, te mando un abrazo que cubra todo ese ser de dudas y certezas como un manto protector que sea, de alguna manera, un corazón pleno que siente lo que sientes. Y otro más, por si se ofrece.
¡Querida amiga!
Tus palabras me han llegado muy adentro. Es increíblemente hermoso cuando algo que uno escribe con tanta introspección resuena de una forma tan especial en otra persona. Que sientas mis palabras como una "caricia cálida y tierna" es un regalo inmenso, y te lo agradezco de corazón.
Me encanta saber que este tema también te apasiona y que te identificas con esa necesidad de hacerse preguntas, de explorar esas incertidumbres que, como bien dices, nos hacen "palpar lo vivos que aún estamos". Es como si esas preguntas, esas sensaciones que a veces nos desbordan, fueran el verdadero lenguaje del alma, ¿no crees?
Esa intuición tuya de que "hay más que lo de aquí", de que esto no es el final del camino, es algo que también siento. Aunque, como bien apuntas, a veces venga acompañada de ese vértigo ante lo que no podemos comprender del todo… ¡benditas contradicciones humanas que nos hacen tan reales! Es reconfortante saber que no estamos solos en estas búsquedas y sentires.
Gracias a ti, Maty, por tu generosidad al compartir tu sentir, por ese abrazo que llega y reconforta, y por recordarme que expresar estas inquietudes puede ser una forma de conectar con otros seres maravillosos que vibran en la misma sintonía.
Te mando otro abrazo enorme de vuelta, lleno de gratitud y cariño. ✨🤗❤️
¡Miguel! Por aquí sigo leyéndote estas rotundas y bellas frases tan tuyas… y bueno, no me he resistido a comentar, incluso aunque no te convenzan mis palabras, pero de alguna manera, como a Beatriz o Maty, este tema me encanta y confluyo plenamente con los pensamientos de ellas.
El universo, el Ser, es infinitamente más grande, completo y perfecto de lo que suponemos, y aquí no se acaba ni de lejos… Si el sueño te llevara a la nada, toda la existencia sería absurda, y sin embargo… sólo tienes que mirar la evolución animal para comprender que busca un fin… no es una locura ni un absurdo; se autoperfecciona. Así la nuestra. Así el universo…. Otra cosa es dilucidar el sentido último, comprender la mano que mueve todo esto… Para eso tenemos que buscar…
Para mí, la realidad no está en ninguna religión o ateísmo, todo eso es demasiado humano; está infinitamente más allá y tú que posees esa imaginación grandiosa seguro que lo reconoces dentro de ti.
Creo que has soñado con el miedo a lo desconocido, a la disolución del yo. Incertidumbre en estado puro y algo completamente natural que todos hemos sentido en algún momento. Todo salto da miedo.
Cuando tengas dudas, en el silencio más profundo el corazón SABE la respuesta; y es mucho más que una esperanza… No necesita fe, religiones o conceptos, aunque investigar ayuda. Cuando no hay Miedo, él puede expresarse libremente. Si hubieras seguido soñando y no te hubiera expulsado el pánico natural, habrías traspasado el umbral… y te aseguro que no habrías querido despertarte. Lo que hay allí es indescriptible.
Lo único que yo puedo decirte es, a un nivel personal y además con una sonrisa de amiga, es: cuando toque dar el salto… confía.
No escuches al miedo sino a tu corazón; y que él sea tu guía.
😃 ❤️ ✨ ✨ ✨ ✨
¡Hola Maite! Me alegra leerte y sentir esa conexión tan profunda con el tema, y también con lo que comparten Beatriz y Maty. Vuestras perspectivas se entrelazan de una forma muy hermosa.
Me resuena muchísimo esa visión que tienes del Universo, del Ser, como algo "infinitamente más grande, completo y perfecto". Esa idea de que la existencia no es un absurdo, sino que hay un impulso evolutivo, un sentido que quizás se nos escapa en el día a día, pero que late por debajo… es algo que a menudo intuyo y que me da mucho en qué pensar. Tienes razón, situar la "realidad" más allá de las etiquetas humanas, ya sean religiosas o ateas, abre un espacio mucho más amplio y misterioso.
Tu interpretación del sueño como un posible "miedo a lo desconocido, a la disolución del yo" me parece muy lúcida. Es verdad que en esos momentos de vértigo onírico, cuando el "yo" parece tambalearse, surge una mezcla de fascinación y un temor muy primario.
Y qué importante es eso que dices sobre escuchar al corazón. La idea de que si no me hubiera "expulsado" el pánico natural del sueño, podría haber traspasado un umbral… es increíblemente evocadora.
Me has hecho recordar una época, hace años, en la que estuve explorando intensamente los sueños lúcidos siguiendo algunas prácticas de lo que en la cultura yaqui llaman "ensueños". Una de las técnicas era mirarme las manos dentro del sueño para anclar la consciencia. Tuve experiencias asombrosas durante ese tiempo, realmente sentía que estaba en ese "umbral" que mencionas. Sin embargo, en una ocasión, la vivencia fue tan sobrecogedora, una sensación de peligro tan visceral como nunca antes había sentido, que me conmocionó profundamente y decidí conscientemente detener esa práctica intensiva. Aunque he seguido teniendo sueños lúcidos, durante un tiempo no me atreví a repetir el gesto de mirarme las manos, como si una parte de mí temiera volver a ese punto exacto. Así que entiendo perfectamente esa idea de ser "expulsado" o de que el "pánico natural" nos frene. Quizás hay umbrales para los que uno necesita una preparación o un momento vital distinto.
Muchísimas gracias por tus palabras, por esa sonrisa de amiga y por ese consejo final tan lleno de fuerza: "confía". Son de esas cosas que se quedan resonando y que conectan con experiencias muy profundas.
Un abrazo enorme y luminoso para ti. ✨❤️🤗
"Quizá hay umbrales…"
¡Muy sabio!! Y muy interesante todo lo que cuentas…✨
Hola Miguel, la verdad que hace bastante tiempo que no recuerdo los sueños. Pero cuando los recuerdo suelen ser de esos que te dejan varios días pensando, con esa sensación extraña de ser muy real.
Como bien has relatado, que te hace preguntarte ¿que hay más allá, o incluso eso que he soñado ya lo he vivido antes?
Creo que a veces la mente nos juega malas pasadas y quizás lo hace en forma de sueños.
Un abrazo grande 🤗
¡Hola Mari! 🤗
Es muy cierto lo que dices, a veces, aunque no recordemos los sueños a menudo, cuando uno se queda grabado, ¡vaya si se queda! Esa sensación de que ha sido "muy real" y que te acompaña durante días es algo que creo que muchos hemos experimentado. Son como pequeñas películas intensas que la mente proyecta y que nos dejan con el eco de sus imágenes o emociones.
Fíjate que, en mi caso, es casi al revés: recuerdo mis sueños prácticamente a diario. Durante mucho tiempo llevé un diario de sueños muy detallado, aunque ahora ya casi no me hace falta porque se han vuelto una parte muy natural de mi vida, casi una extensión de la vigilia. Pero entiendo perfectamente esa sensación que describes cuando un sueño específico rompe esa barrera del olvido y se impone con fuerza.
Y sí, esa pregunta de si hay algo "más allá" o si de alguna manera hemos "vivido antes" lo soñado es de esas que flotan en el aire cuando un sueño nos impacta de esa forma. Es natural que nos preguntemos por el origen y el significado de estas experiencias tan vívidas. Creo que la mente tiene sus propios misterios y sus formas de procesar vivencias, miedos o anhelos, y los sueños son, sin duda, uno de sus lienzos favoritos para expresarse.
Gracias por compartir tu reflexión y esa sensación que tan bien describes.
¡Un fuerte abrazo! 🤗🤗🤗
Hola querido compañero, curiosamente acabo de publicar algo sobre el vacío, pero el tuyo está mucho más lleno que el mio, 😂 La muerte como umbral de algo que no conocemos, en lo que no creemos o que nos aterra.
Muchas preguntas y pocas –casi ninguna– respuesta.
Un relato para leer varias veces.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Nos vemos.
¡Hola, Javier!
Me ha hecho mucha gracia tu comentario sobre los vacíos, ¡el mío lleno y el tuyo… bueno, cada vacío tiene su encanto y su profundidad! 😂 Es curioso cómo a veces los temas flotan en el ambiente y nos encontramos explorando territorios similares.
Has captado perfectamente la esencia de esta reflexión, que como bien intuyes, nació de una forma muy directa, casi un volcado de pensamientos justo al despertar de ese sueño tan particular. Esa sensación ante la muerte como un umbral a lo desconocido, a lo que nos inquieta o incluso aterra, y sobre todo, ese torbellino de preguntas que surgen y que a menudo se quedan sin una respuesta clara… A veces, creo que el valor está más en atreverse a formularlas y compartirlas que en encontrar certezas absolutas.
Te agradezco mucho tus palabras.
¡Un abrazo, compañero!🤗
Buenas Mike
No te agobies: Los sueños, incluso los más oscuros y realistas, no son más que el reflejo de nosotros mismos. Donde se mezclan nuestros miedos, deseos y preguntas.
A veces soñamos con alguien, pero en realidad no es esa persona, sino lo que ella misma representa para nosotros (igual sueñas con tu madre, y lo que te está revelando el sueño es la fuerza que ella representa para ti. A lo mejor te faltan en ese momento, y a ti se te ha quedado solo el mal cuerpo del sueño)
A fin de cuentas son como acertijos que intentan darnos respuestas hablando solo en un lenguaje muy particular.
Si me permites la recomendación, lee a Betthy Bethards. Tiene un libro sobre la interpretación de sueños bastante más revelador que los diccionarios corrientes de palabras sueltas. Puede que encuentres alguna respuesta entre sus páginas..
Un saludo amigo, y un abrazo tranquilizador
¡Buenas, Finil! ¡Mike al habla!😂
Gracias por tus palabras y por compartir tu visión sobre los sueños. Es interesante cómo para muchas personas son esos "reflejos" o "acertijos" que mencionas, donde se mezclan miedos y deseos de forma simbólica. Tu ejemplo sobre cómo soñar con alguien puede representar lo que esa persona simboliza es una perspectiva muy valiosa. Ni te imaginas lo que leí a Freud y de psicoanálisis de jovencito. Me apasionaba…
Pero en mi caso, mi relación con los sueños es un poco diferente. Desde hace muchos años, con prácticas como el diario de sueños y la exploración de los sueños lúcidos –incluso aquello que algunas tradiciones llaman "ensueños"–, he llegado a vivirlos casi como una extensión de mi realidad despierta, un espacio más de experiencia y a veces de una lucidez asombrosa. No tanto acertijos que descifrar como claves del psiquismo humano, sino como territorios que explorar conscientemente.
Pero más allá de las vivencias personales de cada uno con este mundillo onírico, que son tan variadas como fascinantes, ¡te agradezco un montón la recomendación de Betthy Bethards! Siempre es bueno conocer nuevas herramientas y enfoques, y seguro que su libro aporta perspectivas interesantes. Nunca se sabe dónde puede saltar una nueva idea o una conexión inesperada, ¡especialmente para los que nos dedicamos a explorar y narrar mundos, ya sean oníricos o "reales"!
Un abrazo grande y gracias de nuevo por el apunte y por visitarme, compañera.🤗🤗🤗🤗🤗
Hola, Miguel, por aquí vengo a dejar mi contribución a ese estado del soñador en el que no sabe si sueña dormido o si sueña tan despierto que rompe el vínculo real y el onírico y se queda en medio sin saber qué dirección tomar.
Mis experiencias con los sueños desde muy niña dan para toda una enciclopedia y una multi trilogia de peliculas de Steven Spielberg, ja, ja. He leído de todo tipo de libros y cosas acerca de los sueños y sobre todo los lucidos, que son mi especialidad, pero con los años y las vivencias oníricas, he llegado a la conclusión de que aquí en este plano es donde realmente soy un sueño, o sea, ahora estoy escribiendote en un sueño, en el otro u otros, o sea, cuando supuestamente estoy soñando, es donde estoy viva en realidad. Y es que vivimos simultáneamente en diferentes planos de existencia, pero cuando dormimos aquí, es cuando vivimos allá, en esos otros planos existenciales.
He soñado con artefactos y tecnologías que aún están muy lejos de inventarse, lugares inimaginables, he tenido varias experiencias fuera del cuerpo físico (desdoblamientos), premoniciones, y muchas veces me adelanto por minutos a lo que va a suceder, como si mi alma llegara antes de que sucediera y cuando pasa ya me parece haberlo vivido, creo que le llaman deja vu a eso, bueno en resumen, no soy normal, ja, ja. Quizás mis varios encuentros cercanos con la muerte me han dotado de algunos conocimientos reservados.
Creo que vivo en un mundo muy evolucionado en algunos de mis sueños, o mejor digo en mi realidad, en otros vivo a rastras como si las fuerzas me abandonaran y me traigo a este plano al despertar todo el cansancio del trajinar de allá. La pregunta sería y ¿qué hago aquí entonces? la única respuesta posible es que si no sueño aquí, no podré existir allá, ambos mundos (el real y el onírico) están conectados a todos esos planos dimensionales existenciales…
Soy un alma muy vieja, cansada y desgastada, por eso mi cuerpo tiene tanto dolor generalizado, por el cúmulo de vidas que pesan tanto, he tenido tantas visiones de mundos anteriores y recuerdos de vidas pasadas que me han ayudado a entender en parte mis dolencias físicas (siendo muy niña mi médico de cabecera, que era mi tío y el que me trajo al mundo, dijo que había nacido vieja)… Y mi hijo al ver mi reflejo frente al espejo en una ocasión (tenía ya 50) me dijo mami te vi una anciana de muchísimos años, toda plegada Y aun 15 años después no tengo ni una arruga, ja, ja). Alguien me comentó que estaba viéndome tal cual era y que mi hijo tenía un don.
Creo Miguel, que he experimentado toda clase de vivencias y tengo la certeza de que esta es mi última encarnación terrenal. Quizás ese sea también el significado de tu sueño, y por eso el abandono sin dramas, como si no necesitaras ya mas nada que experimentar, al menos aquí en el plano terrenal.
Ya ves que me apasiona mucho este tema, puedes borrar el mensaje si lo deseas, es muy largo y la existencia es eterna. Un abrazo y mil perdones.
¡Hola Idalia!
Qué maravilla leerte. Todo lo que has compartido me deja con esa sensación de estar ante alguien que ha recorrido muchos más pasillos de la conciencia de los que uno suele atreverse a explorar. No solo por lo vivido, sino por cómo lo integras con tanta lucidez y sin dramatismos. Esa frase tuya de "si no sueño aquí, no podré existir allá" me dejó clavado. Siento que encierra toda una filosofía de vida (y de muerte) que no necesita justificar nada, solo mostrarse.
También me ha impresionado tu percepción de los planos simultáneos. Reconozco que muchas veces he sentido algo parecido: que lo que creemos soñar quizá sea lo real, y que lo que vivimos con los ojos abiertos es solo una capa más de la ilusión. Tu forma de contarlo, con esa mezcla de sabiduría cansada y humor íntimo, me ha tocado mucho.
Gracias por abrirte así. No borro ni una palabra. Al contrario, las abrazo todas.
Un abrazo inmenso.
Hola, Tarkion.
El ser humano de algún modo se ancla en la posibilidad de enmendar, de iniciar de nuevo, el tiempo juega una baza en su contra y es que, más pasa, menos probabilidades nos cede. No suelo pensar mucho en el mañana, es frágil, y quizás sea porque me ha demostrado como en un simple pestañeo todo termina. Puedo parecer un poquito funesta, verdad, 🙂 Y contradictoria, porque soy del parecer que nos debemos una oportunidad tras otra, eso es esperanza, y nunca deberíamos perderla. Caemos y nos levantamos, sistemáticamente. Pero el pasado sigue ahí, queramos o no, de él hemos aprendido.
En tu sueño, cuando dices: no hace falta que corras, deja una sensación también de paz, de aceptación. La creencia es un mecanismo de defensa, de no sentirnos tan solos o abandonos, sinceramente no veo mal que alguien la utilice para ello, para reconfortarse. Creo que, como todo, se es negligente cuando no permite que entren otros ideales, y solo cohabita con radicalización. Hay muchos tipos de fe, como puede ser la familia, yo dejaría que me amputaran manos y pies por mi hermana, ni preguntaría, pero porque sé con certeza que con ella guardo un lazo que va más allá de cualquier explicación. Y eso también es creencia. Necesitamos tener ideales, convicciones, respuestas, saber el qué, cómo y por qué. Porque el raciocino también va de la mano del ansia de conocimiento.
Sobre los sueños, siempre he creído que estos son algo que nos perturba, y tenemos silenciado, y nuestro subconsciente se revela en el momento más vulnerable como cuando dormimos, mostrándonos aquello que tantas veces callamos.
Abrazos.
Hola, Irene.
Me ha encantado cómo conectas el texto con esa idea del tiempo como aliado traicionero, que parece darnos oportunidades pero al mismo tiempo las va descontando. Y no, no pareces funesta. Solo alguien que ha mirado de frente lo frágil. Eso, para mí, es valentía. Y también esperanza, como bien señalas.
Esa imagen que compartes sobre la creencia como refugio me ha parecido preciosa. Porque es cierto: hay creencias que no necesitan doctrina ni altar. A veces basta un vínculo, una certeza íntima, como la que tienes con tu hermana, para anclar algo muy hondo que da sentido al mundo.
Gracias por tus palabras y por tu mirada tan clara. Me ha gustado mucho esa idea de que el raciocinio también es un tipo de fe, solo que con hambre de respuestas.
¡Un fuerte abrazo, compañera!
No he soñado cosas así, pero desde que me di cuenta que la chequera de la vida no es eterna, cuando se va esa inocencia de la niñez y la juventud y sabes que habrá un final, pienso mucho en la muerte y lo "que sigue". Muchas preguntas sin responder. Un cajón lleno de dudas que sólo se sabrán si todavía hay consciencia después de exhalar ese último aliento. No hay que agobiarse. Lo que debe ser, será. Y no somos los primeros ni los últimos en pasar por esto. Te mando un abrazo fuerte.🥰
¡Hola, compañera!
Esa frase que sueltas casi al pasar, como quien abre un cajón sin esperar encontrar nada, tiene más peso del que parece: “cuando se va esa inocencia de la niñez y la juventud y sabes que habrá un final”. Hay algo tremendamente honesto en reconocer que vivir con la conciencia de ese final cambia por dentro. Uno ya no mira igual, ni sueña igual, ni camina igual.
Y sí, aunque queden muchas preguntas sin responder, como bien dices: no hay que agobiarse. Solo estar. Vivir mientras se pueda. Quizá lo más sensato sea eso.
Gracias por tu cercanía y tu forma tan clara de mirar estas cosas. Por compartir tu punto de vista, que a mí me encanta. 🥰
¡Un fuerte abrazo, Ana! 🤗🤗🤗
Ojalá y ese eco pudiera ser oído por muchos, para no encontrarnos solos en el momento de cruzar la laguna.
Haber llegado tarde a la propia vida. Qué percepción tan profunda. Yo preferiría no sentirla nunca. Sería como dar por perdida toda opción de esperanza, de creencia en lo que puedes todavía extraer de tus vivencias, aunque estén limitadas, sea por la circunstancia que sea.
Sí, es necesario que sigamos corriendo, porque siempre hay gente que espera. Esperan quienes te quieren. Esos siempre están ahí, para tirar de la espalda del barquero e impedirle que reme. Aunque no lleguen a conseguirlo, al menos te intentan ayudar a resistir y a no abandonar el escenario de la vida.
El tiempo es el gran triunfador, sigue siendo el tiempo el nexo con Caronte, o la percepción de que la vida con él se apaga, de la inminencia de algo que, sin embargo, no tiene por qué ser siempre oscuro. Ese algo sin forma puede hablar de renacimiento, catarsis, de un resurgir que en principio está velado, que no es accesible al conocimiento. Igual es una experiencia extrasensorial que te devuelve al mundo terrenal.
Creo que concentrarse en un objetivo que alcanzar, alguna historia que sí pueda quedar pendiente, ese afán creará un propósito que deba cumplirse y, por qué no, ser logrado.
Prefiero que haya un capítulo más pero que no sea el final, claro. Aunque la inmortalidad creemos que no existe, lo que hay después de la vida es un mundo desconocido, no sabemos dónde nos vamos a adentrar, y eso no tiene por qué asustarnos.
Esa duda, esa pregunta no tiene por qué servir como único lugar habitable. Llegará el momento de comprobarlo y… ya veremos. Quizá el ser humano está deseoso de encontrar respuesta a todo cuando de lo que estamos hablando es precisamente de esa fe que mencionas, que si se abraza por completo nos liberará de la incertidumbre de algún modo, creo yo.
Si no hay nada después de la vida y todo es negrura… pues allá que iremos. Que hay otra vida en el más allá bajo no sabemos qué forma, pues adelante con la experiencia. La certeza absoluta no existe tampoco en la vida real.
Ese sueño que describes que no dice nada pero que lo dice todo debería servirnos de ayuda, más que desorientación. Creo que ser alguien guarda todo su sentido aún después de la muerte. Quizá sea esa la definición de alma ¿no? Al menos suena a algo así, como el espíritu. Suelo confundir la uno con el otro.
Más que una sombra, una vibración o una disolución, al saber que no queda tiempo, creo que lo que nos rodea en esa incertidumbre es la sombra de la equivocación, pues cada uno imagina la teoría que prefiere para el fin de los días, con un grado de acierto que puede situarse entre el cero y la nada o por el contrario habrá quien consiga una diana certera para explicarlo.
Miguel, te felicito por tu capacidad de reflexión, por la abstracción metafísica de la que haces gala en este escrito y por tu visión de las cosas tan personal y abierta al razonamiento libre.
Un fuerte abrazo, compañero de reflexiones trascendentes.
¡Marcos!
Qué respuesta más rica y llena de matices… No solo recoges el corazón del texto, lo desarrollas y lo llevas más allá. Me ha encantado esa imagen de quienes tiran de la espalda del barquero para impedirle remar. Es poética y humana a la vez. Y también esa idea de que el “algo” sin forma no tiene por qué ser oscuro, sino tal vez una catarsis, una especie de retorno desde lo indecible.
Me gusta mucho cómo planteas el deseo de que haya un capítulo más, pero que no sea el final. Esa necesidad tan humana de que el relato no se corte de golpe, de que siga… aunque no sepamos hacia dónde.
Y sí, puede que ese “ser alguien” siga teniendo sentido incluso más allá. Tal vez sea eso lo que permanece cuando todo lo demás se borra.
Gracias, compañero, por tomarte el tiempo, por leer tan a fondo, y por esa manera tuya de razonar que siempre deja una semilla más.
Un abrazo fuerte.
Hola, Miguel
Sí que es una reflexión filosófica en el sentido literal y metafísico del término. Planteas una de las grandes preguntas que se han hecho no sólo los grandes pensadores, sino muchas personas. Quizás ese sueño sea recurrente en ciertos momentos y circunstancias y, hasta ahora, no se me ha presentado. Seguro que antes o después aparecerá por mi mente. De momento, lo que hago es leer con interés y emoción lo que vas planteando.
Un fuerte abrazo, tocayo 🙂
¡Hola, tocayo!
Gracias por acercarte y por leerlo con ese interés que se nota desde la primera línea. Me alegra que lo sintieras así, como una reflexión que toca lo filosófico, pero también lo cotidiano. Porque aunque lo expresemos con palabras abstractas, creo que todos –en algún momento– hemos sentido esa inquietud muda ante lo que no se puede nombrar.
Y quién sabe, tal vez ese sueño aún no ha llamado a tu puerta porque hay preguntas que prefieren esperar al momento justo para revelarse.
¡Un fuerte abrazo, compañero!