Imagen de portada del artículo Ritmo en la Escritura

Ritmo en la Escritura: Evita esa "Piedra en el Zapato"

¿Te suena esto? Lees tu propio texto en voz alta. Sí, ese párrafo que te costó sangre, sudor y cafeína. Lo lees… y un escalofrío te recorre la espalda. No de emoción, no. De pura vergüenza ajena. Notas que el ritmo en la escritura es un desastre, que suena… mal. Atroz. Como si las palabras hubieran decidido declararse la guerra ahí mismo. Nivel "orquesta de gatos callejeros intentando tocar Vivaldi con instrumentos hechos de latas oxidadas".

(Te lo digo yo, que he escrito frases que merecerían ser enterradas en Atacama. Todos hemos estado ahí, mirando la pantalla y pensando: "¿En qué momento me pareció esto una buena idea?").

ÍNDICE

Diagnóstico: Cacofonía Aguda con Tendencia al Tedio Crónico

📌 Lo que encontrarás aquí (sin rodeos):

  • Ejemplos (dolorosos) de frases que suenan a batidora rota.
  • Por qué tu cerebro odia el caos rítmico (la "neurociencia" del asunto).
  • Trucos prácticos para evitar la catástrofe sonora.
  • Y sí: alguna metáfora con lentejas, Thor y pizza con piña (lo siento).

(Si vienes solo a por los consejos, salta al "Kit de Primeros Auxilios". Pero te perderás la carnicería).

¡No estás solo en esta agonía, compañero! Bienvenido al club de los que torturamos oídos sin querer. Escritores que tejemos frases que tropiezan más que un turista en chanclas por Cudillero, párrafos con la cadencia de un perezoso con resaca y palabras que colisionan como asteroides cabreados. Un caos sonoro.

Pero eh, respira. Hoy no toca rollo sobre gramática normativa. Vamos a hacer algo más catártico: zambullirnos en el fango de la prosa cacofónica, destripar esos desastres con alegría (y un poquito de mala leche), y desenterrar esa música invisible que diferencia un texto que fluye de uno que… provoca ganas de arrancarse las orejas. Eso que llaman musicalidad, o el arte de conseguir un buen ritmo en la escritura.

(Aviso: vienen ejemplos horribles. Prepárate para retorcerte un poco. Es por tu bien y el de tus futuros lectores). ¿Listo para el exorcismo narrativo? ¡Vamos allá!

gráfico sobre reliquias del caos rítmico en el artículo ritmo en la escritura

Exhibición A: Reliquias del Caos Rítmico (El Museo de los Horrores Sonoros)

Entramos en la galería del espanto. Aquí, tres monstruos comunes de los borradores descuidados:

1. El Síndrome del Martillo Pilón (Alias: La Frase-Lombriz que Destroza el Ritmo en la Escritura)

Esas frases que empiezan normales y mutan en un monstruo sintáctico lovecraftiano, con más cláusulas subordinadas que tentáculos Cthulhu. Te obligan a aguantar la respiración como si bucearas sin botella y, al llegar al punto final (si llegas), necesitas reanimación.

  • Espécimen #1 (Leer bajo tu responsabilidad): "El intrépido caballero, quien portaba con orgullo una reluciente armadura de mithril élfico (material carísimo, que los elfos no dan factura simplificada) que reflejaba el sol mientras cabalgaba con gallardía sobre su corcel negro azabache llamado, agárrate, Furia Nocturna de las Sombras Ancestrales (porque poner nombres rimbombantes a las mascotas es un placer culpable; tuve un pez llamado Kraken el Devorador de Almas) mientras se acercaba con determinación férrea al imponente castillo que se erguía sobre la colina desde cuya torre más alta se divisaba el vasto valle que había sido testigo de batallas épicas entre elfos estirados y orcos puntuales y donde ahora por ironía barata solo crecían cursis flores silvestres de un púrpura chillón y finalmente llegó el tío".
  • (Análisis rápido): ¿Sigues aquí? Mis respetos. Leer esto es como correr los 100m lisos cargando un piano de cola. Tu pobre lector no disfruta de la grandilocuencia, está sufiendo una embolia sintáctica, buscando desesperadamente una coma, un punto, ¡la tecla de autodestrucción! Pide la eutanasia literaria.

2. La Maldición del Eco Persistente y Machacón (También Conocido Como: Repetir, Repetir… ¿Hola? ¿Hay Alguien Ahí?)

El escritor, por pasión léxica (o pereza), se aferra a una palabra como si fuera el último bote del Titanic. Y la usa. Y la vuelve a usar. Y la repite. Cree que crea énfasis, pero solo crea un eco insufrible. Meta-inerludio: (Cree-crea-crea-eco). ¿Te suena bien? Prepárate:

  • Espécimen #2 (Nivel irritación: Mosquitos a las 3 AM): "María se aproximó sigilosamente a la inquietante casa vieja. La casa, envuelta en niebla, parecía mirarla, una casa solitaria al final del camino. Dentro de la casa vieja, las sombras danzaban en las paredes de la casa. María sintió un escalofrío; esta casa vieja guardaba secretos oscuros, secretos que solo una casa tan jodidamente vieja como esa vieja casa podía albergar".
  • (Análisis rápido): ¡POR LOS SANTOS SINÓNIMOS! ¡YA BASTA! ¡Sabemos que hay una CASA! ¡VIEJA! ¡Pillado a la primera! Esto no es atmósfera, es un ataque a la paciencia. El lector no está inmerso, está jugando al "Bingo de la Palabra Repetida", esperando que la siguiente sea "dinamita" para volar el párrafo.

Un pequeño paréntesis (uso mayúsculas, sí) antes de que te me vayas a pensar en la lista de la compra: el tono que uso y estas exageraciones son mi manera de sacudirte un poco. De luchar contra la inercia que nos hace pasar por alto lo crucial. Hay que dar un golpe en la mesa (narrativa) para que veas la verdadera importancia de clavar el ritmo en la escritura. El tema lo merece, ¿no crees?


3. El Baile Arrítmico Convulsivo (Frases con Menos Flow que un Flamenco con Zapatos de Plomo)

El artista incomprendido del ritmo. Empieza bien, tensión, frases cortas, ¡pum, pum! Sientes el pulso… y de repente, ¡PLOF! Te suelta una parrafada inconexa, una digresión sobre la cría del caracol. El ritmo se estrella, la tensión se desinfla y te quedas con cara de póker, preguntándote si el autor odia a sus lectores.

  • Espécimen #3 (Advertencia: Puede producir latigazo cervical narrativo): "Llovía a mares. Gotas furiosas. Cielo gris. Corrió. Pies chapoteando. Corazón: ¡Bum! ¡Bum! ¡Bum! Relámpago. ¡CRAAACK! Trueno brutal, como si Thor jugara a los bolos con las nubes y, de pronto, en medio de esa carrera desesperada, recordó con nitidez alarmante que no había sacado las lentejas del congelador para mañana (lentejas regalo de su tía Enriqueta, la de Cuenca, que hace unas migas espectaculares pero pesadas) y que si no las sacaba ya, se le olvidaría y tendría que improvisar algo triste para comer, quizás una ensalada de bolsa o recurrir a esa pizza congelada con piña que compró en un momento de debilidad y le mira con reproche desde hace seis meses".
  • (Análisis rápido): ¿Perdona? ¿Lentejas? ¿Tía Enriqueta? ¿Pizza con piña? ¡Estábamos huyendo de Thor o de un psicópata! Tensión pura, atmósfera… ¡y de repente, drama gastronómico-familiar! Es como si Frodo, en Mordor, se parase a discutir con Sam sobre fregar los platos. ¡Mata el clímax! ¡Lo apuñala! ¡Un poco de respeto por la atmósfera, por favor!

¿Y Por Qué Nos Duele Leer Esos Desastres? (Pista: Tu Cerebro Pide Rescate)

Vale, hemos sobrevivido al museo del horror. Pero, ¿por qué estos ejemplos nos chirrían como tiza en pizarra? ¿Qué mecanismo neuronal salta por los aires?

La respuesta corta: porque nuestro cerebro, esa máquina compleja pero vaga y obsesionada con la eficiencia, detesta el caos innecesario. Le da urticaria neuronal el esfuerzo extra. Quiere que la información le llegue fluida, como un masaje shiatsu, no como lucha libre en el barro. Necesita un ritmo en la escritura coherente, una cadencia predecible (aunque luego juguemos a romperla con estilo), una fluidez que le permita deslizarse por las palabras sin tropezar.

El Cerebro Quiere Bailar un Chachachá, No Cargar con Sacos de Cemento Lingüístico

Imagina tu cerebro (y el del lector) como un director de orquesta estresado. Con buen ritmo, prosa sonora… el cerebro entra en modo zen. Se deja llevar, capta el mensaje casi por ósmosis, conecta con la emoción. ¡Fiesta neuronal!

Peeeero, con nuestros "especímenes"… la orquesta desafina y el cerebro busca la salida de emergencia:

  • Con la Frase-Lombriz: Obliga al cerebro a mantener demasiada información activa en la memoria de trabajo (sujetos, predicados, cláusulas…). Malabares imposibles. ¿Resultado? ¡PUM! Sobrecarga cognitiva. El cerebro grita "¡No puedo más!", se declara en huelga y manda al escritor y su frase paquidérmica a paseo. ¡Agotador! Necesita pausas.
  • Con el Eco Machacón: Al principio, intenta ser optimista. Pero a la tercera repetición, su detector interno de "esto-es-un-coñazo" suena como alarma de incendios. Detecta monotonía, redundancia, pobreza léxica… ¡ABURRIMIENTO! Es como escuchar la misma nota desafinada durante horas. La irritación escala a desesperación. El cerebro desconecta. Adiós, interés.
  • Con el Baile Arrítmico: El terrorista del "sueño narrativo". Cuando el cerebro flota en la atmósfera creada, espera coherencia rítmica. Si cambias bruscamente de ritmo trepidante a reflexión soporífera (¡hola, lentejas!), el cerebro pega un frenazo. "¿Ein? ¿Y esto a qué viene?", protesta, sintiéndose estafado, desorientado. La magia se rompe. Recuperar el trance lector después es casi imposible.

Música para los Ojos (y Alivio Cerebral): El Respeto Empieza por el Ritmo en la Escritura

En definitiva: una prosa arrítmica, que ignora la musicalidad, no es solo "mejorable". Es ineficaz, frustrante y, en el fondo, una falta de respeto al tiempo y esfuerzo mental del lector. Es invitar a alguien a casa y obligarle a caminar descalzo sobre cristales rotos.

Cansa, irrita, rompe la conexión y grita al lector: "¡Huye! ¡Busca algo que no te provoque una embolia!".

(Analogía final: Eres chef Michelin. Plato sublime, ingredientes exóticos… pero lo sirves frío, en plato desconchado, cubiertos sucios y con la Macarena a todo volumen. ¿Absurdo? Pues eso hacemos a veces con las palabras. El contenido puede ser caviar, pero si la "presentación sonora", el ritmo, es un despropósito… nadie lo prueba).

Así que sí, ¡el cerebro de tu lector implora armonía! Quiere fluidez. Quiere que leerte sea un placer, no una prueba de resistencia. Quiere que dejes de maltratar sus neuronas con frases que suenan a concierto de taladradoras. ¡Un poquito de compasión auditiva, por amor a la literatura!


Publicidad IAdicto Nivel Alquimista (Prometo No Convertir Plomo en Aburrimiento): Si hablamos de que las palabras tengan ritmo y musicalidad, el siguiente paso es la alquimia para que brillen. ¿Te atreves a dominarla? Lee: "Cómo escribir contenido que brille: La alquimia de las palabras". Tu contenido (y tu ego) te lo agradecerán.


El Kit de Primeros Auxilios para Prosa Malherida (¡Sí, Hay Esperanza y No Requiere Sacrificios Vírgenes!)

¡Respira! Sé que la tentación de dedicarte a la cría de bonsáis puede ser intensa ahora mismo. ¡Pero DETENTE! ¡Hay luz al final del túnel cacofónico!

No hay Piedra Filosofal, pero sí antídotos efectivos. Técnicas de guerrilla estilística para domar el caos rítmico y conseguir prosa fluida. Olvida fórmulas mágicas. Esto es pragmático, de arremangarse: "Vale, suena fatal, ¿cómo lo arreglo?". Aquí tus armas:

1. El Exorcismo Auditivo Supremo: ¡Lee Esa Vaina en Voz Alta (Como Si Tu Reputación Dependiera de Ello)!

¡Soy pesado, lo sé, pero ES CLAVE! Leer en voz alta no es opción, ¡es obligación! Es el detector de metales contra la prosa oxidada.

Si tropiezas, si necesitas pulmones de cantante de ópera, si algo rechina… ¡ALARMA! Ahí tienes la prueba del delito: un flagrante atentado contra el ritmo en la escritura. Y no vale susurrar. ¡Métete teatro, entonación! Léelo como Morgan Freeman narrando tu lista de la compra. Solo sintiendo las palabras vibrar (o tropezar) en tu voz, pillarás las frases cojas, las repeticiones absurdas, la cadencia errática. ¡Brutalmente efectivo! (Reduce daños colaterales heroicamente).

2. El Electrocardiograma Literario Esencial: ¡Varía la Maldita Longitud de las Frases o Provocarás un Coma!

¿Una canción donde todas las notas duran y suenan igual? Tortura soporífera. Con las frases pasa lo mismo. Abusar de frases cortas: ¡Pam! ¡Pam! Monótono, aburrido. Abusar de frases largas (nuestro Síndrome del Martillo Pilón): ahogo, desesperación.

¡Varía, por el amor de Cthulhu! ¡Agita la coctelera de longitudes! Una frase corta: ¡PUM!, impacto. Una larga, sinuosa, bien construida: caricia melódica, desarrollo elegante. Otra corta: ¡ZAS!, cambio de ritmo que despierta. Juega con el tempo. Haz que tu texto respire, que tenga pulso. Que suba, baje, sorprenda. Que no sea un encefalograma plano. ¡Que tenga vida, diantres! La cadencia que engancha nace de esta irregularidad. Es el secreto para mantener al lector alerta, no en coma narrativo.

Técnicas concretas para mejorar el ritmo en la escritura

3. Operación Anti-Eco Ninja (Nivel Cinturón Negro): ¡Caza y Aniquila las Repeticiones como si Fueran Cucarachas!

Ya diagnosticamos la Maldición del Eco Machacón. Pero el mal es astuto. No solo es repetir la misma palabra. A veces son sonidos que se repiten (¡esas eses silbantes… y sibilinas!), estructuras clónicas ("El perro ladró. El gato maulló."), muletillas…

Despliega tus habilidades de ninja lingüístico. Escucha la sonoridad, el murmullo subterráneo. Si algo suena a eco, a patrón injustificado, ¡sospecha! ¿Soluciones?

  • Sinónimos: Tu katana (úsala con precisión, no a lo loco; cambiar "feliz" por "contento" cinco veces sigue siendo repetitivo).
  • Reestructurar: Desmonta y monta la frase sin piedad.
  • ¡LA TIJERA!: Mi favorita. ¡BORRA! ¡SIMPLIFICA! Menos es más. Mucho más. Elimina grasa verbal. Tu lector (y sus oídos mentales) te lo agradecerán.

4. La Puntuación: Esa Batería Rítmica Infravalorada (¡Úsala con Intención, No como un Mono con Platillos!)

Comas, puntos, puntos y comas, dos puntos, guiones largos, paréntesis, puntos suspensivos, interrogaciones, exclamaciones… ¿Simples adornos? ¡ERROR GARRAFAL! Son los instrumentos de percusión de tu orquesta narrativa. Marcan el ritmo en la escritura, definen pausas, gestionan la respiración, crean tensión o alivio. ¡La batería invisible de tu prosa!

Una coma mal puesta cambia el significado o hace tropezar. Un punto final estratégico resuena como un gong. Unos puntos suspensivos bien calculados… (¿ves?) crean expectación. Úsalos con intención musical, precisión de metrónomo, no lanzando dardos a ciegas. Piensa en la puntuación como el batería: si va a su bola, la canción (tu texto) es ruido infernal. Si marca el ritmo con maestría, acelera, frena, calla… ¡hace que todo suene compacto y potente!

Una última reflexión rápida: Sí, estos consejos parecen el "ABC". "Leer en voz alta", "variar frases"… ¡menuda novedad! Pero sé honesto: ¿cuántas veces aplicamos de verdad estas "obviedades"? A veces, lo básico es lo primero que sacrificamos por "originalidad" o prisas. Y un secreto a voces: un texto con ritmo impecable, prosa fluida, aunque hable de la cría del percebe, siempre será más placentero y efectivo que la idea más genial escrita con los pies "rítmicos". ¡Palabra de escritor que sigue tropezando y levantándose!


Un Momento, que te veo venir… ¡Hay Más Música en Este Ruido!

(Oye, que te conozco. Pensarás: "Vale, muy gracioso reírnos de las frases-lombriz, ¿pero ya está?"). ¡Pues claro que no!

Nos hemos centrado en los "pecados capitales" más flagrantes. Pero el universo del ritmo y la musicalidad es vasto. Hay más técnicas sutiles esperando:

  • Jugar con la sonoridad específica de las palabras (aliteraciones que susurran, asonancias que riman disimuladamente, vocales que pintan paisajes sonoros…).
  • El elegante poder del paralelismo para crear estructuras armoniosas y equilibradas.
  • Vestir la prosa con metáforas e imágenes sensoriales que la hagan vibrar en todos los sentidos.
  • Descubrir el ritmo oculto que late dentro de los diálogos bien construidos.
  • El arte de meter pequeñas historias dentro de la historia principal (storytelling emocional).
  • El impacto brutal de usar palabras poderosas que conectan con valores universales.
  • Y hasta atreverse a coquetear con el ritmo poético dentro de la narrativa, sin miedo a que te llamen cursi.

¡Casi nada, ¿eh?! Pero como este artículo ya empezaba a tener la longitud de una saga épica y no quería provocar una sobredosis rítmica generalizada, he decidido dejar estas delicias más avanzadas para futuras exploraciones. Considera esto como el aperitivo del concierto… la banda principal, con todos sus instrumentos y solos de guitarra, saldrá a tocar en próximos capítulos 😉. ¡Que la intriga y las ganas de más te acompañen!

infografía ritmo en la escritura


Entonces, ¿Exorcismo Completado… o Demonio Cabreado? (Reflexiones Finales y Llamada a las Teclas)

Y aquí estamos, al final del viaje por las catacumbas de la prosa arrítmica. Hemos diseccionado frases-lombriz, maldecido ecos y sobrevivido a digresiones inoportunas. Hemos visto el horror… y seguimos aquí.

Si algo queda claro es que el ritmo no es alquimia oscura para poetas con boina. Es algo terrenal, artesanal: escuchar tus palabras, jugar su ritmo en la escritura, podarlas sin piedad (¡la tijera es tu amiga!) y pensar un poquito en quien te lee. Es empatía auditiva, respeto por las neuronas ajenas.

¡A buscar tu prosa fluida y el ritmo en la escritura! ¡A por todas!

¿Significa que ahora tus textos fluirán como Mozart en un día lúcido? Probablemente no. ¡Y no pasa nada! La búsqueda de la prosa fluida es una batalla de por vida. Habrá días gloriosos y días en que tus frases tropiecen como si llevaran dos pies izquierdos vendados. ¡Así es este oficio!

Lo crucial no es la perfección inalcanzable. Es ser consciente. Empezar a escuchar lo que escribes. Atreverse a probar, experimentar con longitud, puntuación, sonoridad. Equivocarse, levantarse y, sobre todo, no tenerle miedo a la tecla Suprimir. La mejor música no siempre es la más compleja, sino la que toca la fibra, la que atrapa.

Así que, ahora la pelota está en tu tejado, compañero escritor. Después de este viaje, ¿qué vas a hacer? ¿Seguir construyendo párrafos que necesitan GPS y paciencia? ¿O vas a empezar a jugar con el ritmo, a escuchar tus palabras y tratar el cerebro de tu lector con el cariño que merece (aunque solo sea para que no huya)?

¡Ahora te toca mover ficha! Baja a los comentarios y confiesa: ¿Cuál de estos "crímenes contra la musicalidad" es tu némesis? ¿Tienes algún truco infalible (o desastre memorable)? ¡Comparte tu experiencia! ¡Que la comunidad de escritores torturados por el ritmo se manifieste!

Atrévete a confesar el párrafo más horrendo que has escrito jamás.


🎧 Para No Decir Que No Te Dije Dónde Buscar Más Ruido (del Bueno) y Sabiduría Narrativa 🎧

Vale, has llegado hasta aquí. Has visto los horrores y vislumbrado la luz (o escuchado la Macarena, según la analogía). Si después de todo esto tu cerebro aún pide más caña documentada, aquí te dejo algunas guaridas donde puedes seguir explorando el fascinante (y a veces aterrador) mundo de la musicalidad y el ritmo en la escritura. Pincha bajo tu propia responsabilidad (y con un diccionario de sinónimos a mano, por si acaso):

  • Para entender qué narices es esto de la musicalidad (en plan serio, ¡académico!): Pincha aquí
  • Cómo ponerle ritmo a tus frases sin morir en el intento (solo para no iniciados, básico hasta el aburrimiento): Guía rápida
  • Otra perspectiva sobre el ritmo en la narración (¡nunca sobran puntos de vista!): Más leña al fuego
  • La conexión secreta entre el ritmo y lo que sientes al leer (la parte neuro-chachi): Ritmo y Emoción
  • ¿La onomatopeya es solo para cómics? Pues no, también tiene ritmo (¡Plaf! ¡Boom!): Análisis sonoro
  • ¿Quieres ver cómo lo hacían los maestros (Bécquer, Clarín, Baroja…)? Este libro va de eso: Cuentos con banda sonora

Esto es solo rascar la superficie, claro. El verdadero ritmo está en tu mano (y en tu oído). ¡Ahora, a practicar se ha dicho! Y si tu texto se pone a bailar solo, no digas que no te advertí… porque sí, aviso: te voy a seguir "atormentando" con muchos más artículos de este tipo. Sin miramientos ni consideraciones. ¡Que no se diga que aquí no se aprende nada!


¡No te pierdas el próximo capítulo de esta aventura digital (y literaria)!

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11 respuestas a «Ritmo en la Escritura: Evita esa "Piedra en el Zapato"»

  1. Avatar de Merche

    Hola, Miguel, (a ver si no soy breve, ya te comento con miedo y todo, jajajaja). Justo ayer, en el taller de escritura, hablaba con mis alumnas de esto, a mi estilo, claro. Al principio del taller, allá por septiembre les decía que no abusaran de las subordinadas, pero claro tampoco de las frases breves. Resulta que ahora leo telegramas y eso tampoco está bien. Como les dije ayer, una frase subordinada bien construida está bien, sin abusar, y, sobre todo, utilizar los signos de puntuación que para eso están, vamos, lo que tú dices. Me miraban con ojos de cordero degollado, no sé si las convencí, es difícil. La escritura es práctica, primero te saldrán doscientas frases largas y, poco a poco, alcanzarás el término medio. De todas formas, como en todo, habrá a quien le gustes y a quien no, ya pongas la frase perfecta o no.
    Tu artículo me ha recordado a una especie de poema que escribí para dedicárselo a ellas, a mis chicas del taller de escritura, me permito el lujo de dejártelo por aquí que como conclusión a mi comentario queda bien, jeje: https://literatureandfantasy.blogspot.com/2024/09/si-eres-escritora-debes-saber.html
    Un abrazo. 🙂

    1. Avatar de Tarkion
      Tarkion

      ¡Hola Merche!

      ¡Jajaja, tú y tu "miedo" a no ser breve! Sabes que aquí celebro cada línea extra que añades a tus comentarios en mi particular cruzada contra el telegrama 😉. ¡Pero valoro enormemente el esfuerzo por explayarte un poquito, aunque sea con "miedo"! ¡Poco a poco te iré convenciendo! O no… jajaja

      Fuera bromas, me alegra un montón que el artículo te haya resonado con lo que trabajas en el taller. ¡Me puedo imaginar perfectamente esas caras de "cordero degollado" intentando equilibrar subordinadas y telegramas! Es un arte complicado, sin duda. Tienes toda la razón: es cuestión de práctica, de encontrar ese punto medio… y de aceptar que nunca llueve a gusto de todos (¡aunque los textos más largos siempre molan más! 😜).

      Por cierto, he ido directo a leer ese poema que mencionas en tu blog ( "Si eres escritor/a debes saber" ) y ¡me ha encantado! Qué manera tan bonita y certera de condensar consejos esenciales. Ya te he dejado un comentario por allí. 😉

      Mil gracias por pasarte, por compartir tu experiencia docente y por ese estupendo "poema". ¡Un lujo tenerte por aquí, aunque me dejes siempre con ganas de leerte más!

      ¡Un abrazo! 🙂

  2. Avatar de Dakota

    ¡Hola Miguel!
    Todavía me estoy riendo con tu arte y salero. De verdad. Lo has contado con mucho humor.
    Lo de los especímenes ha sido todo un puntazo, yo peco mucho de ellos, jajaja, no sé las veces que repaso el texto. Repito palabras, faltan signos de puntuación… Un horror.
    ¡Ea! Me toca buscar sinónimos para no repetirme más que el alioli.
    Los signos de puntuación otra cosa que suelo usar fatal.
    Me ha gustado mucho este artículo tutorial.

    ¡Un abrazo grande!

    PD: El Chtulhu de Lovecraft es el que tengo preparado en kindle para leer.

    1. Avatar de Tarkion
      Tarkion

      ¡Hola Mari!

      ¡Jajaja, me alegra un montón que te hayas reído y que el "arte y salero" hayan funcionado! 😉 La idea es precisamente esa, abordar cualquier tema con humor para que no parezca una clase aburrida.

      ¡Bienvenida al club de los que pecamos con los "especímenes"! Creo que todos hemos caído alguna vez en repetirnos más que el alioli o en bailar un zapateado con los signos de puntuación. Lo importante es darse cuenta y tener la "caja de herramientas" (o el diccionario de sinónimos) a mano para el repaso. ¡Ánimo con esa caza de repeticiones!

      Y genial lo de Cthulhu en el Kindle, ¡prepárate para los tentáculos y la locura cósmica! Es una lectura que no deja indiferente. Ya lo sabes, a mí me apasionan estas lecturas. Te recomiendo también a Poe (por descontado), Arthur Machen, Algernon Blackwood, Clark Ashton Smith, William Hope Hodgson y bueno, lo dejo aquí. Soy un forofo desde hace décadas de este tipo de literatura, de ahí que tenga tantísimos relatos que he ido acumulando durante tanto tiempo y que ahora quiero publicar en este blog y en libros.

      Mil gracias por tus palabras y por llamar al artículo "tutorial", ¡me anima a seguir compartiendo estas cosas!

      ¡Un abrazo grande!

      1. Avatar de Dakota

        A Poe si que lo he leído mucho, tengo además unos libros con sus relatos ilustrados por Benjamín Lacombe.
        Al resto de autores no los he leído, así que me los guardo para tenerlos en cuenta.

        ¡Un abrazote!

  3. Avatar de Maite-Volarela
    Maite-Volarela

    Jajajaja… Está buenísimo.
    Es un artículo esencial. Me encanta que enseñes eso, porque se suele despreciar la armonía en un texto. No hace falta tener oído musical, nuestros cerebros son todos iguales; la desarmonía es sencillamente insoportable.
    A mí me resulta muy duro corregirme a mí misma, pero he notado que es mucho más fácil leer mis textos en voz alta. Desde que declamo poemas y textos de otros he notado que lo que no fluye al pronunciarse tiene algún defecto. Es verdad. No falla. Y ahora lo aplicaré con paciencia a cada uno de mis cuentos.
    Mi principal defecto creo que son las cacofonías y repeticiones, tengo que usar el matacuquis ese que recomiendas, jaja 🙂
    Geniales esas referencias y todo lo que prometes desarrollar a partir de este magnífico (¡y divertido!) y completo post.
    Hasta otra!

    1. Avatar de Tarkion
      Tarkion

      ¡Buenas, Maite!

      Qué bien traído lo que comentas sobre la armonía en el texto. Es justo eso, algo esencial que a menudo se desprecia, y como dices, no hace falta tener oído musical para que la desarmonía nos resulte insoportable. Nuestros cerebros lo captan al vuelo.

      Me resuena mucho lo que compartes sobre la dificultad de corregirse uno mismo y cómo leer en voz alta se convierte en el mejor detector. Esa experiencia de sentir que algo no fluye al pronunciarlo es infalible, ¡totalmente de acuerdo! Aplicarlo con paciencia a tus cuentos seguro que da grandes frutos. Yo con lo único con lo que no lo hago es con textos muy largos; ahí me enfoco en párrafos o partes específicas en las que hay algo que me chirría un poco… básicamente para no quedarme ronco ni volver loca a mi mujer parloteando como un loro todo el día jaja

      Y sí, la lucha contra las cacofonías y repeticiones es un clásico. El "matacuquis" ¡jajaja! (o como cada uno quiera llamar a la herramienta de podar) es un aliado imprescindible.

      Valoro mucho que te parezca útil y divertido el enfoque del post. Y sí, voy a ir sacando varios artículos de musicalidad y ritmo, en concreto todo lo de la lista que ya expuse 🙂 Tengo material acumulado para años, así que no me faltan cosas que compartir, no jajaja

      ¡Un abrazo enorme, compañera!

  4. Avatar de finil
    finil

    Buenas Tarkion!!
    Pero cuantas cosas me he perdido!!..
    Bueno, el kit de primeros auxilios es oro eh..has estao sembrao.
    Yo he escrito textos que ni leyendo en alto, con agua bendita (ni incienso ni exorcismos), se salvan.
    Los signos de puntuación para mí siempre han sido una batalla campal. Los puntos y las comas se me pelean. No respetan mi autoridad. El punto y coma prácticamente lo tengo olvidado jajaja
    Aunque gracias a ciertos manuales y alguna que otra epifanía (y a un buen puchero. No, esto no), estoy practicando esto de poner orden en el campo de batalla. Oye, y esto se nota. Mucho
    Gracias por el manual, ya se echaban de menos.
    Ahora tengo que zambullirme en todo eso que has colgado (no se en qué momento). Yo parpadeo y tu ya vas por el capítulo siete
    Un abrazo sin erratas. Y punto

    1. Avatar de Tarkion
      Tarkion

      ¡Buenas, finil!

      ¡Jajaja, no te me agobies por las "cosas perdidas"! El ritmo aquí a veces es trepidante, pero siempre se puede retomar el hilo. Me alegra que veas útil el "kit de primeros auxilios".

      Lo de los textos insalvables… ¡quién no tiene alguno en un cajón! (yo no quiero ni mirar en algunos proyectos de Scrivener jaja) Y esa batalla campal con los signos de puntuación, con comas y puntos rebeldes y el punto y coma desaparecido en combate… ¡es una guerra que libramos muchos!

      Pero oye, si notas que poner orden en ese campo de batalla da resultados, ¡eso es lo importante! (Lo del puchero como ayuda… ¡no lo subestimes! 😉). Jo, me has traído a la memoria los pucheros que nos hacía mi madre en la niñez, donde lo bueno estaba después del puchero, cuando se sacaba la carne y el tocino y empezábamos mis hermanos y yo a arrancar grandes trozos de pan y atacar esa delicia obtura-arterias como animales salvajes jajaja

      Gracias por tus palabras sobre el manual, de verdad. Y sí, he sacado de golpe varias cositas. Es que también desde hace unos días la cosa se ha tranquilizado en casa, Finil. Así que ahora estoy mejor y voy intentando ponerme al día.

      ¡Un abrazo sin erratas (o con las justas)! Y punto y seguido…

  5. Avatar de ana piera

    Hola de nuevo Tarkion, me ha encantado tu forma de presentar esta información tan necesaria y valiosa. Cada ejemplo, cada consejo, cada broma al respecto, se agradecen. Solo agregaría que dejar descansar al "bebé" un rato, también ayuda. Cuando lo vuelves a despertar, puedes notar que ocupa un buen cambio de pañal jajaja. En fin. Muy buenos consejos, iré visitando con más tiempo los enlaces que pones al final. Te mando un abrazo fuerte.

    1. Avatar de Tarkion
      Tarkion

      ¡Hola Ana!

      Muchísimas gracias por tus palabras, me alegra un montón que te haya gustado la forma de presentar el tema y que los consejos (¡y las bromas!) te parezcan valiosos.

      Y oye, ¡me ha encantado tu aportación sobre dejar descansar al "bebé"! ¡Jajaja, qué gran verdad y qué metáfora tan genial la del "cambio de pañal"! Totalmente de acuerdo. A veces, después de un tiempo, vuelves al texto y te das cuenta de que ciertas partes… bueno, digamos que "huelen" un poco y necesitan limpieza urgente. ¡Es un consejo de oro!

      Gracias por pasarte, por añadir esa sabiduría pañalera 😉 y por tu interés en los enlaces. ¡Espero que te sean útiles!

      ¡Un fuerte abrazo!

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