Nota del Autor:
Este relato nace en la encrucijada de dos sombras: la extrañeza kafkiana que deforma lo familiar y el vértigo lovecraftiano ante la escala incomprensible de lo real. Es un breve asomarse a esa frontera donde la percepción se quiebra y lo cotidiano revela su abismo. Una metamorfosis de la mirada ante lo vasto e indiferente.
Vibración. Constante. Seis puntos de contacto arraigados a la rugosidad familiar. El universo: una estela química, mandato ancestral, urgente. Comida. Seguir. Perpetuar. Chispazo único, ley inmutable quemando en el núcleo ganglionar. Avanzar. Siempre avanzar sobre la trama invisible tejida por otras antes. El aire, denso lienzo de feromonas —peligro inminente aquí, hallazgo dulce allá—, mapa sensorial absoluto. Ciclo grabado a fuego en la quitina.
Pero… el rastro se quiebra. Se deshilacha la certeza olfativa. Muere abruptamente contra un precipicio de lisura gélida, infinita. Un yermo sin mensajes. Absurdo. Algo dentro, en el engranaje ciego del instinto, chirría. ¿…Rumbo? La interrogante germina, blasfema, flor minúscula en un páramo mental. No existe protocolo para el vacío. Solo este silencio químico, esta ausencia donde antes crepitaba la orden colectiva.
Una sombra se cierne. No, una montaña. Asciende, opaca, devorando la luz escasa y conocida. El suelo retumba. Bajo mí. ¿Mí? Un eco interno, sin correlato vibratorio. Palabra ajena. Intruso psíquico. Las antenas, sismógrafos de lo inmediato, vibran ahora con un código indescifrable, una estática cósmica que ahoga las viejas señales. ¿Qué es esa textura imposible, esa masa rugosa que escala hasta perderse en la… verticalidad? Verticalidad. Otro parásito conceptual.
Conflicto. El instinto aúlla: ¡Amenaza! ¡Inmóvil! Pero la nueva consciencia, esta fiebre interna, observa. Curiosa. Horrorizada.
El cuerpo… ajeno. Se percibe… largo. Una geometría alterada en las extremidades frontales. La perspectiva rota. Ya no es solo la tierra magnificada, el microdetalle inmediato. Ahora… abismo. Distancia. Matices cromáticos más allá del espectro de la penumbra. Un fulgor hiriente —insoportable— rebota desde planicies pulidas, vastas. ¿Y esas columnas ciclópeas que perforan el… techo del mundo? ¿Techo? La palabra llega con un latigazo de vértigo helado.
Estruendo. Seísmo. La mole titánica (¿color… sangre seca? ¿textura… piel muerta?) avanza. Aplastante. Cerca. ¡Demasiado! El instinto exige huida, parálisis, camuflaje. Pero la consciencia, esa infección lúcida, se impone. Observa. La mole frena. A un suspiro quitinoso. Podría obliterar esta recién nacida singularidad con indiferencia tectónica. Y sin embargo… se detiene. Flota. Un monolito de poder arbitrario suspendido sobre la insignificancia. ¿Un dios negligente?
De esa cima impensable, un olor desciende. No, un torrente. Abrumador. Anula el universo olfativo conocido. No es comida. No es peligro. No es rastro. Es… Presencia. Vasta. Viva. Compleja. Indescifrable. El olor de lo Otro.
Entonces, la visión. Un espasmo cervical (¿cuándo adquirió este eje movilidad?), y la mirada perfora la distancia, más allá de la mole inerte. Un rostro. Descomunal. Dos océanos líquidos —¿órbitas?— que barren el entorno sin registrar esto. Una sima rosada se abre, vibrátil, emitiendo un estruendo bajo, continuo, un trueno sordo que fractura los cimientos de esta realidad recién descubierta. Un universo aterrador.
Se disuelve el camino químico. Se borra la colonia. Se evapora el propósito grabado en el ADN. Solo queda esta inmensidad opresiva, este horror geométrico que otros llaman… mundo.
Y yo.
Aquí.
Diminuto.
Lúcido.
¿Solo?
🎧 También puedes escucharlo en IAdicto Podcast
Locución generada por IA, pero por una muy especial. Dale al play DESPUÉS de leer el artículo o relato y escucharás un análisis bastante peculiar, y no realizado por mí precisamente (ni en contenido ni forma). He aquí el vivo ejemplo de lo que la IA ya está haciendo a día de hoy… Os explicaré cómo funciona en un artículo próximo
🗨️ ¿Quieres comentar esta entrada?
El formulario está justo arriba ⬆️, antes de los comentarios publicados.
Puedes compartir tu opinión, añadir imágenes, citas, enlaces, formato o incluso poner un spoiler. No hace falta que bajes hasta el final: el cuadro ya te espera más arriba.
Gracias por tu paciencia mientras mejoro el sistema.
¿Te ha gustado esta entrada?
Deja una respuesta