Podríamos pensar que el lenguaje inclusivo en español es solo una herramienta, un conjunto de palabras para describir el mundo de forma más justa. Pero, ¿y si también moldea nuestra manera de percibir la realidad?
1. ¿El lenguaje solo refleja la realidad… o la crea?
Las palabras no solo describen, también diseñan
¿Y si la forma en que hablamos moldea la forma en que pensamos?
Piénsalo un momento. No se trata solo de comunicación, sino de percepción. Porque si el idioma realmente moldea el pensamiento… ¿por qué seguimos viendo el lenguaje inclusivo en español como un capricho innecesario? Tal vez no es que no funcione, sino que nos incomoda reconocer su potencial.
- Si toda la vida nos han dicho que "el hombre llegó a la Luna", ¿dónde queda la imagen de las mujeres que participaron en la misión?
- Si cada vez que hablamos de "los médicos", la primera imagen mental es un hombre con bata blanca, ¿cómo impacta esto en la percepción de roles de género?
El lenguaje no es solo un reflejo, es un filtro que edita la realidad.
Y, sin embargo, el lenguaje inclusivo ha tardado en llegar al debate público.
El mundo cambió… pero el lenguaje inclusivo en español no
Los movimientos sociales de los años 60 y 70 lograron avances enormes en derechos civiles, igualdad de género y acceso al trabajo y la educación.
📜 Se modificaron leyes.
💼 Se abrieron oportunidades.
📚 Se promovió la equidad en la educación.
Pero el idioma se quedó intacto.
Cuando estudié magisterio, esto ni se mencionaba
A finales de los ochenta, cuando estudié magisterio, esto ni siquiera era un debate.
En asignaturas como Psicología de la Educación, Psicología Evolutiva o Pedagogía, se hablaba del desarrollo del pensamiento, de cómo influían los estímulos en la percepción, pero muy poco del impacto que el lenguaje tenía en la construcción de la identidad y en la percepción del mundo.
En la práctica educativa, a la hora de diseñar currículos o estructurar materiales didácticos, el lenguaje seguía sin cuestionarse.
- Los libros de texto seguían usando solo el masculino genérico.
- Los currículos no contemplaban estrategias para diversificar el lenguaje.
- Las reformas educativas cambiaban nombres y siglas (LOGSE, LODE, LOE…), pero nunca tocaban la manera en que el lenguaje influía en la percepción del mundo y aplicarlo a estrategias completas y transversales en materia educativa.
El debate simplemente no existía.
Yo mismo, en aquel momento, no tenía las herramientas para analizarlo, pero sí una inquietud que no desaparecía:
¿Cómo influye la forma en que hablamos en la manera en que enseñamos?
Esa pregunta quedó suspendida en el aire durante años. Hasta que, décadas después, nos encontramos con un debate que no es nuevo, sino postergado.
Mi dilema personal con el lenguaje inclusivo
Aquí es donde empieza mi dilema.
Llevo escribiendo desde los 12 años y, a mis 54, me cuesta incluso imaginarme escribiendo de otra forma. No puedo con las arrobas, ni con los /as, /es, ni con expresiones que, para mí, rompen la fluidez de un texto.
Y sin embargo, cada vez que escribo en masculino (o sea, siempre), me asalta la misma duda:
¿Estoy dejando fuera a alguien sin darme cuenta? No es solo una cuestión de gramática; el lenguaje inclusivo es un tema que incomoda, genera debate y nos obliga a replantearnos cómo nos expresamos.
Esa sensación de que algo falla
Mi mujer me dice que no me preocupe, que no excluyo a nadie. Y yo la escucho. Pero hay algo que no deja de inquietarme.
¿Por qué tengo esta sensación de que el lenguaje que uso no está del todo bien?
Y eso es lo que me lleva a escribir este artículo.
No para defender o rechazar nada, sino para preguntarme por qué a día de hoy solo se habla, pero no se hace nada.
¿El problema es que no nos dimos cuenta antes?
¿O es que simplemente no queríamos verlo?
2. Cómo el lenguaje inclusivo en español moldea nuestra percepción
Las palabras no son inocentes
Siempre nos han dicho que el lenguaje es una herramienta neutral, un simple vehículo para expresar lo que pensamos.
Pero, ¿y si en realidad fuera al revés?
¿Y si la forma en que hablamos moldea la forma en que pensamos?
Aquí es donde entra la hipótesis de Sapir-Whorf, que sostiene que el idioma que usamos no solo describe la realidad, sino que nos condiciona para verla de una determinada manera. Estudios recientes han analizado cómo diferentes estructuras lingüísticas afectan la percepción del tiempo, los colores y la identidad de género.
Cuando el lenguaje cambia, también lo hace la percepción
Los efectos del lenguaje en la mente humana son reales. Investigaciones en lingüística cognitiva han demostrado que ciertos patrones lingüísticos pueden modificar nuestra percepción del mundo. Hay ejemplos que lo demuestran:
- El color azul: Algunas culturas no diferencian entre azul claro y azul oscuro porque su idioma no tiene términos separados para ambos tonos. Sus hablantes literalmente tardan más en distinguirlos visualmente.
- El tiempo verbal: Lenguas sin un futuro claramente marcado ("mañana llueve" en lugar de "mañana lloverá") hacen que sus hablantes tengan menos predisposición a planificar a largo plazo.
- El género en profesiones: Un estudio mostró que en idiomas donde las palabras para ciertas profesiones tienen una forma masculina predominante (como "ingeniero" en español o "doctor" en inglés), los niños asocian esas profesiones más con hombres que con mujeres. En cambio, en lenguas con términos neutros o alternativos, la asociación es más equitativa.
Ahora llevemos esto al género en español.
Si siempre usamos el masculino como norma, ¿qué imágenes estamos creando en la mente de quien escucha?
📌 Si digo "los médicos del hospital", la mayoría imaginará hombres en batas blancas.
📌 Si digo "El ser humano llegó a la luna", pocos pensarán en Katherine Johnson o Margaret Hamilton, esenciales en la llegada del Apolo 11.
Aquí no estamos hablando de corrección política. Estamos hablando de cómo el lenguaje filtra la realidad y la edita, a veces sin que lo notemos.
Esto no solo ocurre en el ámbito académico. Hoy en día, plataformas como TikTok han hecho viral el debate. Videos con títulos como “¿Es una tontería decir ‘todes’?” o “El español no necesita reformarse” generan millones de visualizaciones y acaloradas discusiones.
Los medios y la educación como guardianes del lenguaje tradicional
El problema es que el lenguaje no evoluciona solo. Está anclado en quién lo enseña, quién lo usa y quién lo valida. La educación y los medios han consolidado la resistencia al lenguaje inclusivo en español, manteniendo el uso del masculino genérico como norma incuestionable. Un análisis sobre la influencia mediática en el cambio lingüístico demuestra cómo los medios de comunicación refuerzan o bloquean ciertos usos lingüísticos en función de los discursos predominantes.
📚 La educación lo consolida.
📰 Los medios lo difunden.
👥 La sociedad lo normaliza.
Si nadie rompe ese ciclo, el lenguaje sigue funcionando de la misma manera durante generaciones.
Un estudio mostró que cuando se pedía a personas imaginar a "los médicos y los ingenieros", la mayoría visualizaba solo hombres. Pero cuando la pregunta se reformulaba como "las personas que ejercen la medicina y la ingeniería", la cantidad de mujeres imaginadas se triplicaba.
Esto nos demuestra algo clave: no se trata solo de cambiar palabras, sino de cambiar imágenes mentales.
¿Qué pasa cuando el lenguaje no cambia?
Aquí llega la gran pregunta.
Si el lenguaje influye en la manera en que percibimos el mundo, entonces ¿qué pasa cuando se mantiene estático?
El riesgo es claro: seguir perpetuando las mismas estructuras de pensamiento.
- Si el lenguaje tradicional no nombra a las mujeres, seguimos asumiendo que ciertos roles son masculinos por defecto.
- Si el sistema educativo y los medios no lo cambian, las nuevas generaciones lo aprenden igual que las anteriores.
El resultado es que, cuando intentamos modificarlo, ya llegamos tarde.
📌 Aquí no se trata solo de defender o rechazar el lenguaje inclusivo, sino de hacernos una pregunta más profunda:
¿Por qué nos resulta tan incómodo cambiar algo que, en el fondo, sabemos que influye en cómo vemos el mundo?
3. El lenguaje quedó atrás… y ahora nos pasa factura
Los movimientos sociales cambiaron las leyes… pero no las palabras
El feminismo, los movimientos de derechos civiles, la lucha por la igualdad laboral… todo esto empezó a cambiar el mundo hace más de medio siglo. Los estudios sobre las olas del feminismo muestran que en sus primeras etapas, la prioridad estaba en los derechos civiles y la equidad laboral, mientras que la discusión sobre el lenguaje inclusivo llegó mucho después.
El lenguaje apenas se tocó.
📌 Las mujeres empezaron a votar, pero los discursos políticos seguían dirigiéndose a "los ciudadanos".
📌 Las mujeres accedieron a la educación superior, pero los libros de texto solo hablaban de "los alumnos".
📌 Las mujeres se integraron en el mundo laboral, pero las descripciones de empleos usaban exclusivamente el masculino.
¿Por qué?
Porque en los años 60 y 70, la prioridad no era cómo se hablaba, sino cómo se vivía.
📜 Votar sin restricciones.
💼 Acceder a trabajos históricamente masculinos.
📚 Recibir la misma educación.
El objetivo era cambiar la estructura social, política y económica, no detenerse a analizar si "los ciudadanos" invisibilizaba a "las ciudadanas". La urgencia estaba en el derecho a existir, no en el derecho a ser nombradas.
¿El lenguaje como barrera? No era una prioridad
Para muchas activistas de la época, el lenguaje era visto como una consecuencia, no una causa. Pensaban que si se lograban avances reales en igualdad, el lenguaje cambiaría por sí solo.
Pero no fue así.
Las estructuras de poder se adaptaron a la igualdad legal, pero mantuvieron el lenguaje tradicional como una trinchera de resistencia simbólica.
📌 Las mujeres entraron en la universidad… pero los libros seguían hablando solo de "los alumnos".
📌 Empezaron a ocupar cargos públicos… pero la Real Academia Española seguía diciendo que "presidenta" era incorrecto.
📌 Se aprobaron leyes de igualdad… pero los medios seguían hablando de "hombres de negocios" y "las esposas de los líderes políticos".
El lenguaje no cambió por sí solo. Y cuando por fin intentamos corregirlo, el retraso era evidente.
El sistema educativo y las academias de la lengua lo frenaron
Aquí entra el otro gran obstáculo: las instituciones que controlan el idioma.
🖋️ Las academias de la lengua decidieron que "el español no debía tocarse".
📖 Las escuelas siguieron enseñando gramáticas del siglo XIX.
📰 Los medios reforzaron lo aprendido en la educación.
Cuando una lengua se enseña de manera prescriptiva, cualquier intento de cambio se ve como una amenaza a la identidad cultural.
Ejemplo claro: en 2012, la RAE incluyó "miembra" en su diccionario… pero con una aclaración: "usado en el habla popular, pero innecesario". Básicamente, lo aceptaron solo para marcarlo como incorrecto.
Cada vez que alguien intentaba feminizar una palabra o cuestionar el masculino genérico, la respuesta era la misma:
👉 "Así no funciona el español."
¿Resultado? Décadas de inacción.
Cuando intentamos cambiar, ya era demasiado tarde
Hoy, cuando se habla de lenguaje inclusivo, la reacción de muchos es resistencia absoluta.
Porque nos educaron para creer que el lenguaje es como es, y modificarlo parece casi una herejía. Pero, ¿y si hubiéramos iniciado esta conversación hace 50 años? Tal vez hoy ya hablaríamos de una manera más inclusiva sin que pareciera forzada.
El problema no es que el lenguaje no pueda cambiar.
El problema es que, cuando por fin nos dimos cuenta de que era necesario, ya habíamos acumulado demasiado tiempo de inercia.
4. ¿Por qué la solución actual genera tanto rechazo?
Cualquier cambio en el lenguaje genera resistencia
El rechazo al lenguaje inclusivo no es una novedad. Cualquier cambio en el idioma ha generado resistencia.
📜 En 1713, cuando se fundó la Real Academia Española, su lema fue "Limpia, fija y da esplendor". Su objetivo: mantener el idioma sin alteraciones.
📢 Entre los siglos XIII y XVIII, cuando el español comenzó a eliminar la letra "ç" y la "ph" (Ej: farmacia en lugar de pharmacia), seguramente hubo muchos intelectuales que dijeron que era "una aberración que empobrecía el idioma".
📚 En 2010, cuando la RAE eliminó la tilde de "sólo" y cambió algunas normas de acentuación, el enfado fue tan grande que todavía hoy muchos seguimos tildándolo en silencio por pura rebeldía (superé esa etapa de milagro).
¿Por qué ocurre esto?
Porque el lenguaje es identidad. No es solo un código de comunicación, sino una parte de nuestra cultura y forma de entender el mundo.
Cada vez que alguien intenta modificarlo, la primera reacción no es analizar si el cambio tiene sentido, sino sentir que nos quieren arrebatar algo nuestro.
El problema no es la inclusión, sino cómo se ha intentado imponer
Aquí entra el problema con el lenguaje inclusivo: no ha seguido una evolución natural, sino que se ha intentado imponer de golpe.
Si un cambio en el idioma no nace de los hablantes, sino que se percibe como una norma impuesta, el rechazo es inevitable.
📢 "Debes decir todes."
📢 "Si usas el masculino genérico, estás excluyendo."
📢 "Si no hablas de forma inclusiva, eres parte del problema."
El lenguaje inclusivo no se presentó como una opción o una evolución, sino como una corrección moral.
Y cuando algo se impone de forma rígida, se genera un efecto contrario:
👉 La gente lo rechaza, no por el cambio en sí, sino por la sensación de obligación.
Si en lugar de intentar forzar términos artificiales como "todes", se hubiera empezado por soluciones más naturales (como evitar el masculino genérico en documentos oficiales o usar términos neutros ya existentes), el debate sería muy diferente hoy.
Ejemplos de reformas lingüísticas que fracasaron
Esta no es la primera vez que se intenta cambiar el idioma y se encuentra con un muro de resistencia.
🚫 El intento fallido de simplificar el inglés:
A finales del siglo XIX, un grupo de lingüistas propuso cambiar la ortografía del inglés para hacerla más lógica (nite en vez de night, thru en vez de through). Nadie lo aceptó.
🚫 La reforma ortográfica del francés en 1990:
El gobierno francés intentó eliminar algunas letras mudas y cambiar acentos para simplificar el idioma. Hubo protestas. Hubo periódicos que se negaron a aplicar los cambios. Hubo académicos que lo llamaron "una masacre lingüística".
🚫 El intento de la RAE de eliminar la "ch" y la "ll" del alfabeto en 1994:
Sí, aunque no lo recuerdes, hubo un intento de hacer que la "ch" y la "ll" dejaran de ser consideradas letras separadas. ¿Resultado? La RAE tuvo que dar marcha atrás porque nadie quería aceptarlo.
Estos ejemplos nos dicen algo importante:
📌 No basta con que un cambio tenga lógica o intención positiva.
📌 Si los hablantes no lo sienten natural, no lo adoptarán.
Y ese es el problema del lenguaje inclusivo: se ha intentado forzar antes de que la sociedad estuviera lista para adoptarlo de manera orgánica.
Resumen: El rechazo es un síntoma, no el problema real
El rechazo al lenguaje inclusivo no significa que la sociedad no quiera inclusión. Significa que el cambio no ha sido presentado de una forma que genere aceptación.
📌 No se trata solo de qué palabras usamos, sino de cómo logramos que esas palabras se sientan naturales.
En lugar de obligar a la gente a decir "todes", quizás deberíamos haber empezado con cambios más sutiles, más efectivos y menos agresivos.
Porque lo cierto es que el idioma sí cambia, pero nunca por imposición. Cambia cuando los hablantes deciden que el cambio tiene sentido.
5. Hacia un lenguaje más inclusivo sin perder identidad
¿Se puede hacer el lenguaje más inclusivo sin deformarlo?
El problema nunca ha sido el deseo de inclusión. El problema es cómo se ha intentado aplicar.
En lugar de introducir cambios radicales que generan resistencia, podemos aprovechar herramientas que ya existen en el español para hacer el lenguaje más inclusivo sin perder su esencia. Guías académicas sobre lenguaje inclusivo sugieren enfoques progresivos que permiten modificar la forma en que nos expresamos sin perder claridad ni naturalidad.
Opciones que no rompen la fluidez del idioma
✔ Usar términos neutros ya existentes:
- En vez de los alumnos, decir "el estudiantado".
- En vez de los ciudadanos, decir "la población".
- En vez de los médicos, decir "el personal sanitario".
✔ Reformular frases sin necesidad de "forzar" el lenguaje:
- "Cada alumno debe entregar su tarea" → "Cada persona debe entregar la tarea".
- "Los profesores decidirán" → "El equipo docente tomará la decisión".
✔ Evitar el masculino genérico solo cuando sea relevante:
- Si estamos hablando de un grupo mixto, buscar formas naturales de referirse a él sin repetir desdoblamientos innecesarios.
Muchos de estos cambios ya se están aplicando en documentos oficiales y en medios de comunicación sin generar rechazo. Porque no rompen la estructura natural del idioma.
Cuando intentas cambiar… pero no fluyes
Aquí entra mi dilema personal.
Puedo entender todas estas estrategias, puedo ver cómo funcionan y puedo aceptar que hacen que el lenguaje sea más inclusivo sin necesidad de cambiar su estructura.
Pero cuando intento escribir así, no fluyo.
📌 Después de más de 40 años escribiendo de una forma concreta, cambiar mi manera de estructurar frases me resulta artificial.
No me sale. No consigo sentir el mismo ritmo. No encuentro la misma naturalidad.
No es un problema de rechazo al cambio, es una cuestión de cómo me siento cuando escribo.
Sé que no soy el único.
Muchos escritores, periodistas, docentes y personas que llevan años utilizando el español como herramienta de comunicación sienten lo mismo. Sienten que su forma de expresarse está en conflicto con una nueva realidad que quieren aceptar, pero que les cuesta integrar en su escritura sin sentirse forzados.
El lenguaje inclusivo en español es parte de esa transformación, un cambio que desafía hábitos profundamente arraigados y nos obliga a replantearnos nuestra manera de escribir.
Entonces, ¿cómo logramos que este cambio sea natural para todos?
Cuando una lengua cambia sin fracturarse
El español no es estático. Nunca lo ha sido.
Las lenguas evolucionan constantemente, pero lo hacen de manera orgánica, con la aceptación gradual de los hablantes.
📜 Ejemplos de cambios en la historia del idioma:
- Antes se decía "haiga", ahora decimos "haya".
- Antes se usaba "vos" en España, ahora solo en América.
- Antes "murciégalo" era correcto, ahora es "murciélago".
En ninguno de estos casos se impuso el cambio por decreto. Fue la propia evolución del lenguaje la que hizo que ciertas formas desaparecieran y otras se consolidaran.
Y esto nos lleva a la verdadera solución.
El secreto está en la naturalidad, no en la imposición
Si queremos que el lenguaje sea más inclusivo sin generar conflicto, debemos dejar que evolucione de manera natural.
📌 Dándole tiempo: No podemos cambiar la forma en que una sociedad habla de la noche a la mañana.
📌 Educando con estrategias progresivas: Mostrar opciones de lenguaje inclusivo sin obligar a usarlas.
📌 Permitiendo que la gente adapte su lenguaje según su contexto: No es lo mismo escribir un documento institucional que una novela. Cada espacio tiene su propio código lingüístico.
📌 Aceptando que algunos cambios serán más rápidos que otros: Algunas formas de lenguaje inclusivo serán ampliamente aceptadas, otras tardarán décadas en asentarse, y otras, simplemente, nunca se adoptarán. Y eso está bien.
Lo importante no es imponer un cambio inmediato, sino crear un entorno donde ese cambio pueda darse de manera orgánica.
Porque si algo ha demostrado la historia, es que cuando una transformación en el lenguaje tiene sentido, la gente la adopta sin necesidad de que se la impongan.
Resumen: La inclusión no puede depender solo de la forma en que nos expresamos
A veces, nos obsesionamos tanto con la forma, que olvidamos el fondo.
📌 Podemos cambiar palabras, pero si la realidad sigue igual, el problema no es solo el idioma.
El lenguaje influye en la percepción, pero no sustituye las acciones reales.
Si cambiamos la forma en que hablamos pero no la forma en que tratamos a los demás, todo esto se queda en una cuestión meramente estética.
El lenguaje es importante, pero no es suficiente.
Lo verdaderamente esencial es que, más allá de cómo hablemos, construyamos un mundo en el que nadie se sienta excluido, sin necesidad de que las palabras hagan todo el trabajo por nosotros.
6. Conclusión: La verdadera inclusión no es solo gramatical
Las palabras importan… pero no lo son todo
Durante todo este debate sobre el lenguaje inclusivo en español, hay una realidad que a veces se nos escapa:
📌 No basta con cambiar cómo hablamos si la realidad sigue siendo la misma.
Podemos decir "todes", "todas y todos", "personas", "humanidad", "estudiantado"… pero si en la práctica las desigualdades siguen existiendo, el problema no es solo el idioma.
El lenguaje inclusivo en español influye en la percepción. Sí. Pero no sustituye las acciones reales.
Si cambiamos la forma en que hablamos pero no la forma en que tratamos a los demás, todo esto se queda en una cuestión meramente estética.
¿Modificar el lenguaje es suficiente? No. ¿Es imprescindible? Sí.
Aquí es donde el debate se complica.
❌ No podemos caer en el extremo de pensar que el lenguaje por sí solo solucionará el problema.
✔ Pero tampoco podemos ignorar que el lenguaje es una herramienta de cambio.
Negar que el idioma influye en la forma en que pensamos sería ingenuo. Pero pensar que con solo modificar palabras conseguiremos una sociedad más justa es igual de ingenuo.
El verdadero reto es encontrar el equilibrio.
Un cambio en el lenguaje acompañado de cambios en la educación, en la cultura y en las estructuras sociales puede ser una herramienta poderosa.
Pero si el idioma cambia sin que nada más cambie, la transformación será superficial.
Mi lucha interna con este tema sigue abierta
Lo que sí tengo claro es esto:
📌 Aún no sé cuál es la mejor forma de integrar esto en mi propia manera de escribir.
📌 Aún me cuesta sentir natural algunos cambios.
📌 Aún tengo la sensación de que el lenguaje que uso excluye a personas que quiero incluir.
Y es frustrante.
Porque, a pesar de todas estas dudas, sé que no podemos ignorar el impacto que el lenguaje tiene en la sociedad.
Tal vez el debate del lenguaje inclusivo no se trata de imponer o rechazar, sino de aprender a navegar una transformación que, queramos o no, ya está ocurriendo.
No tengo la respuesta definitiva.
Pero creo que la mejor manera de avanzar no es con imposiciones ni con rechazos absolutos, sino con una discusión sincera, inteligente y abierta.
Y este artículo, en el fondo, es mi manera de invitar a esa conversación.
¿Y tú, qué piensas?
📌 ¿Crees que el lenguaje inclusivo es necesario?
📌 ¿Te cuesta adaptarte a ciertos cambios en la forma de hablar y escribir?
📌 ¿O piensas que estamos dándole demasiada importancia a algo que no es el problema de fondo?
Intenta reformular una frase cotidiana sin recurrir al masculino genérico. ¿Cómo se siente? ¿Es tan difícil como parece? Pruébalo y dime qué piensas. Porque al final, más allá de las palabras, lo que importa es que hablemos de ello.
📌 Referencias consultadas
-
Verywell Mind. "Sapir-Whorf Hypothesis: How Language Influences How We Express Ourselves." 2025.
https://www.verywellmind.com/the-sapir-whorf-hypothesis-7565585 -
Sprouts Schools. "Linguistic Relativity: How Language Shapes Thought." 2025.
https://sproutsschools.com/linguistic-relativity-how-language-shapes-thought/ -
Seattle Pacific University. "Investigating Media Influence on Language Change." 2024.
https://digitalcommons.spu.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1175&context=honorsprojects -
Pacific University. "Four Waves of Feminism." 2024.
https://www.pacificu.edu/magazine/four-waves-feminism -
Berkeley Haas. "Understanding Inclusive Language: A Framework." 2023.
https://haas.berkeley.edu/wp-content/uploads/Understanding-IL-Playbook-3.pdf -
American Psychological Association. "Why Inclusive Language Matters." 2023.
https://www.apa.org/ed/precollege/psn/2022/09/inclusive-language
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